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- Bueno… Ahora que lo pienso, mencionaste a una chica hace rato, y ayer igual… ¿Rena?

- Ok… ¿Qué pasa con ella?

- Dijiste que sabe todo sobre Rachel, ¿sabe de magia también?

- Pues sí, ella es como una enciclopedia ambulante, muchas cosas de mi informe yo las supe por ella ayer, antes no había odio de ellas.

- Entonces, si ella sabe tanto como dices, ¡debe de saber qué fue lo que me ocurrió!

- ¿Cómo?

- Bueno, no exactamente lo que me pasó a mí, pero debería saber de casos como el mío, y con suerte como solucionarlo.

- Pues no es mala idea, ella misma me habla de muchos hechizos, dice que los de cambio de tamaño son de los más comunes, creo que si alguien debe saber de qué rayos te ocurrió es ella, buena idea… La llamaré, espera.

 

Eve sacó su celular para llamar a Rena y lo puso en altavoz para que también pudiera escucharla, junto con sentarse a mí lado, dejando su celular entre los 2. La marcación sonaba y me impacientaba bastante, sonó 7 veces y dio al buzón de voz, por lo que Eve siguió intentándolo. Así pasó unas 5 veces, y no había respuesta.

 

- Qué raro, Rena siempre me contesta a la primera, debe estar haciendo algo importante, supongo.

- ¿Y ahora qué hacemos?

- Mmm… Pues lo mejor sería volver a llamar más tarde, y probar suerte. En el peor de los casos ella regresa el domingo al pueblo.

- Entiendo… Pues no queda de otra.

- No te desanimes, Adam. Te dije que te ayudaría hasta el final y así será.

- Lo sé, no me malinterpretes, no puedo terminar de agradecerte por lo que estás haciendo por mí.

 - Descuida Adam… Sobre eso…

 

Antes de que Eve pudiera terminar de hablar, alguien tocó a la puerta, alertándonos a ambos.

 

- Ivy, soy Dead, ¿puedo pasar?

 

Ambos nos aterramos, Eve tenía que esconderme y rápido, por lo que simplemente y sin pensarlo mucho puso su enorme mano sobre mí rápidamente y le indicó a su hermana menor que pasara.

 

- No quiero molestarte, sólo quería preguntar si tienes algún lápiz que me prestes, el último que me quedaba es tan pequeño que ya hasta me cuesta escribir con él.

- Emm… Claro, tengo un par en mi estuche, está en mi mochila, adelante.

- Ok…

- La presión que la mano de Eve ejercía sobre mí era bastante fuerte, pero no lo suficiente como para lastimarme. Se notaba que estaba nerviosa, su mano empezó a sudar mucho, empapándome. El problema no era ese, tampoco era que no había tanto aire y que el calor aumentaba, era que la piel empezaba a picarme. Rápidamente me di cuenta por qué, y es que el edredón de la cama de Eve estaba hecho de plumas, mi mayor alergia. Traté de aguantarme las ganas de estornudar para evitar ser descubierto, pero eventualmente no pude evitar hacerlo.

 

- *Achú*

- ¿Oíste eso?

- ¿Oír qué cosa?

- …No es nada, me pareció oír un estornudo.

- Pues no fui yo, no hay abejas cerca.

- Ya veo… Aquí está, gracias Ivy.

- De nada… ¿Oye, puedo decirte algo?

- ¿Qué cosa?

- Lamento si te hice sentir mal en el almuerzo… No es que no acepte quien eres, pero…

- Sólo no te gusta lo que soy ahora.

- Sólo no termino de entenderlo, pero no es nada contra ti… Espero que sigamos estando bien.

- …Sí, no hay problema… Puedes llamarme Roxy si quieres, pero ojalá pronto puedas aceptarlo.

- ¿Me puedes ayudar con eso?

- …Sí claro, mañana te contaré más. Gracias Ivy, nos vemos en la cena.

- Gracias Roxy.

 

Luego de eso oí como la puerta se cerraba, y Eve levantó su mando dejándome ver de nuevo su lindo pero preocupado rostro.

 

- Eso estuvo cerca, ¿estás bien Adam?

- ¡Achú! Sí… Son solo… ¡Achú! Las alergias… Lo siento.

- No te disculpes, olvidé que eres alérgico a las plumas, le pediré a mamá que cambie mi edredón luego… Ahora será mejor llevarte al baño.

- ¿Al baño?

- Ahí hay una crema para la urticaria, mamá me la pone cuando se activa mi alegría a las abejas, ven, sube a mi mano.

 

Sin muchas opciones eso fue lo que hice, subí a su mano y ella la cerró, como lo había hecho Holly en la mañana, y me llevó hasta el baño para ponerme la crema. Cerró la puerta con pestillo y de un cajón sacó el envase de crema, puso un poco en la punta de su pulgar, empezó a frotar sus dedos y se preparó para untarme la crema.

 

- Cierra los ojos.

 

Yo los cerré, y ella empezó a cubrirme con esa crema. Era una sensación muy rara, no sabría cómo describirlo ya que nunca experimenté algo parecido, pero puedo decir cómo me sentí, maravilloso. Los dedos de Eve recorrían mi cuerpo con una delicadeza legendaria, relajando cada zona por la que pasaban dejando un rastro de calidez y relajación, y dejando que todo el dolor se fuera. Untó mi cara, mi espalda mi pechos, mis brazos y piernas, pero se detuvo más debajo de mi torso. Abrí por un momento los ojos cuando vi lo que iba a hacer, ella simplemente dijo “con permiso” y con sumo cuidado frotó mi pene con las yemas de sus dedos, como si lo estuviera masturbando, aunque no sé si esa era su intención. No pude evitar tener una erección, yo no veía a Eve de esa manera, creo, pero toda la situación y con las emociones a flor de piel, sólo actué como mi cuerpo me lo pedía. Finalmente paró de frotar mi pene y mi cuerpo, me dejó parado sobre el lavamanos del baño y guardó la crema.

 

- Listo, espero que no te haya incomodado, Adam.

- No te preocupes, estuvo bien.

- ¿Bien? ¿Cómo bien?

- Bueno, es qué… –Me puse rojo de repente, me daba vergüenza admitir que los dedos de Eve me habían excitado, y si yo no podía con eso ¿cómo se lo iba a decir a ella?

- Ok, mejor piensa bien lo que me vas a decir pequeñín, ven, volvamos a mi cuarto.

 

Eve me extendió su mano de nuevo y regresamos a su habitación. Creo que ella pudo ver mi evidente vergüenza sobre todo lo que pasó, pero ella era muy amable, siempre lo fue, podía confiar en ella, y creo que era mejor decirle la verdad, por mucho que me diera pena admitirlo. Me puso sobre su mesita de noche, cerca de su lámpara, y ella misma se sentó en la cama.

 

- Bien Adam, ¿qué tienes que decirme?

- Bueno… Me gustó como me frotabas, sobre todo… Ya sabes. Se sintió bien, eso es todo.

- Ya veo… ¿No te sentiste incómodo?

- Para nada.

- Mmm… –Eve se quedó pensando un momento.

- ¿En qué piensas Eve?

- ¿Ah…? Oh, en nada importante. Pero me acordé de algo. Roxy casi te descubre hace rato, no podemos arriesgarnos que eso vuelva a pasar, nadie debe saber que estás aquí.

- Entiendo, necesito un escondite.

- Así es, ay, espero que no te moleste todo esto.

- Eve, calma, ya te dije que agradezco muchísimo lo que estás haciendo por mí, no voy a ser exigente.

- Lo se… Pero aun así me preocupo. No es tanto de tu lado, es por mis hermanas y mi madre, me aterra pensar en lo que pasaría si te llegan a ver. Las amo y todo, pero… Ellas no son como yo.

- No te preocupes por eso, yo estaré contigo hasta el final.

- Gracias Adam, en serio lo aprecio… Bueno, volvamos al asunto, necesitas esconderte en algún sitio, no muy sospechoso, que esté cerca de mí por si pasa algo…

- Escondido a plena vista.

- Exacto, ¿pero dónde puede ser? –Mientras Eve pensaba, a mí se me ocurrió un buen lugar al ver algo tirado en el suelo, era algo raro, pero ya había funcionado algo así en el pasado.

- ¿Y si pones un calcetín en tu mesita de noche? Yo podría meterme dentro si alguien viene, y hasta podría dormir ahí.

- Mmm… Sí, podría funcionar, un momento.

 

Eve se levantó y fue a buscar un calcetín, pensé que simplemente recogería los que vi en el suelo, pero fue hasta su armario y de un cajón sacó un par y se llevó uno, poniéndolo a mi lado.

 

- Ahí está…. ¿Qué pasa, por qué esa cara?

- Bueno, pensé que me darías uno de esos calcetines del suelo, así se me ocurrió esto.

- ¡¿BROMEAS?! ¡Esos están sucios y apestosos! ¡Nunca te haría algo así, es de locos!

- Sí, creo que tienes razón, no sé por qué pensé eso.

- Pues sí, jijiji.

 

Ambos reímos, aunque yo seguía pensando en ¿por qué de entre todas las opciones pensé en un calcetín sucio de Eve para ocultarme?

 

- ¿Bueno, y ahora qué, Eve?

- Pues tengo algo de tarea de biología que hacer. Tú habrías tenido igual, pero bueno, dadas las circunstancias…

- Sí, habrá que pensar en qué hacer con eso luego.

- Ok, como no quiero que te aburras tampoco mientras yo estudio, te prestaré mi celular para que veas alguna película. –Dicho y hecho, apoyó su celular en la mesita de noche frente al calcetín. – ¿Netflix, Hulu o Prime Video?

- ¿Cuál es la diferencia?

- Cierto, tu no… Ok, Prime Video será.

 

Ella presionó la App de Prime Video en su celular y se abrió una interfaz con cientos de series y películas, muchas de las cuales nunca había oído. Escuché que estas eran aplicaciones donde podías ver series y películas cuando quisieras, pero debido a, bueno, mi familia, eso nunca estaría a mi alcance, y verlo fue una experiencia casi divina.

 

- ¡Tienen Smallville! Ponme esa, por favor.

- Ok, ¿desde el primer capítulo? –Asentí. –Ok, diviértete, te avisaré cuando termine.

 

Dicho eso Eve se fue al otro lado de la habitación con su mochila, se sentó en su escritorio y empezó a estudiar. Yo pude al fin ver el primer capítulo de Smallville, la serie no recuerdo haberla visto completa, pero es de mis favoritas, y ahora me sentía increíble de poder verla. Con el pasar de los minutos veía como Clark se fue adaptando a su secreto, a su vida complicada, sé que no era para nada lo que me había pasado, pero verlo tan impotente ante las situaciones de su vida, a pesar de ser alguien tan poderoso, me generaba algo, me identificaba con el personaje, siempre había sido así, no lo hacía muy a menudo, pero de vez en cuando al ver la serie me preguntaba si yo podría también salir de mis problemas como lo hacía Clark Kent. Sabía que tenía problemas, pero no podía saber muy bien cuales eran. Mi madre y mi hermana me trataban mal, aunque yo nunca lo vi así, si no fuera por Molly no sabría que eso no era normal, pero esa es mi vida, pero viendo lo que me había pasado desde esta mañana, me preguntaba si podría decir alguna vez que esa “era” mi vida. Vi 4 episodios y al empezar con el quinto volví a escuchar que alguien tocaba la puerta, pero no preguntó si podía pasar, simplemente abrió la puerta. Yo rápidamente pausé la serie y me escondí en el calcetín, tratando de ver desde las costuras interiores de quien se trataba.

 

- Hola hija, ya vine.

- ¡Ah! Hola mamá.

- ¿Te asusté?

- No… Sólo estaba haciendo mi tarea, no te vi venir.

- Entiendo, ¿te fue bien en la escuela?

- Sí… Oye, te quería pedir si me podías traer otro edredón para mi cama.

- ¿Que tiene este?

- Es qué… Las plumas empezaron a molestarme un poco en la noche.

- Ok, iré a buscar uno, pero mientras tú baja y pon la mesa, traje comida china para cenar.

- Bien, gracias mamá.

 

Eve se levantó, pasó a mi lado y cuando pasó frente a la abertura del calcetín, noté como me hacía un gesto con su mano apuntando al suelo, como si me dijera que me quedara ahí y no me moviera, y yo desde luego no iba a desobedecerla. No podía ver bien por la tela, apenas distinguía la silueta de la madre de Eve, llevaba un vestido rojo que hacía juego con su peinado, levantó el edredón de plumas y se lo llevó, no sin antes pisar con sus tacones uno de los calcetines del suelo.

 

- Ay, esta chica debería ordenar más su habitación, hay mucha ropa tirada…

 

Al salir del cuarto pude ver poco o nada de ella, después de todo estaba de espaldas, solo pude ver su figura y la verdad es que no estaba mal, al menos su cuerpo estaba bien conservado. Creo que Eve me dijo hace tiempo que su mamá se llamaba Joan, si mal no recuerdo. Poco después volvió con un edredón rosa entre sus manos, pero era algo abultado y le cubría un poco la cara, por lo que nuevamente no pude verla a detalle. Se dio la molestia de tender la cama de Eve con el nuevo edredón y salió, volviendo a tropezar con su ropa sucia. Por un lado entiendo la molestia que una madre puede tener con el desorden, cuando Hilary o Holly son desordenadas, mamá las regaña, pero cuando yo lo soy… Bueno… Digamos que mejor trato de no serlo. Por el otro lado me sorprendía el cariño que tenía Joan con Eve, sé que una madre debe ser así, lo he visto en varias películas, pero desde luego mamá nunca fue así conmigo, sólo con mis hermanas, y yo nunca la culpé por eso, no creo que sea mala, ella simplemente se desahoga conmigo por la muerte de papá, no soy quien para juzgarla. Hilary por otro lado…

 

Sea como sea, ahora estaba con Eve y no quería pensar mucho en mi familia, aunque me preocupaba Molly, y como afrontaría esto de mi ausencia en casa. Traté de despejar mi mente y seguí viendo Smallville, terminé el capítulo que empecé hace un rato y, antes de que siguiera con el 6, Eve volvió a la habitación. Eran como las 9 de la noche ya, este día se me hizo eterno, pero ver nuevamente a mi amiga me alegraba al instante.

 

- Hola Pequeño Adam, ¿no te aburriste?

- Para nada Eve, adoro esta serie.

- Ya veo, oye, te aviso que entre la cena fui al baño y llamé a Holly, le dije que estás bien para que no se alterara demasiado.

- ¿En serio? ¿Te dijo algo de cómo están las cosas por allá?

- Pues no, no me dijo nada.

- Entiendo…

- Si te preocupa mañana en la escuela volveré a preguntarle.

- Gracias Eve.

- No hay de qué. También llamé a Rena pero aún no hay respuesta, habrá que intentarlo mañana… Oye, ahora que terminé mi tarea de biología, quería ponerte al día de un par de cosa.

- ¿Cómo cuáles?

- De momento no hemos pasado materia nueva, pero el Profesor Andrews nos dijo que repasáramos los conceptos que habíamos aprendido durante estos años de preparatoria, eugenesia, mitocondrias, simbiosis, ¿recuerdas que era la simbiosis?

- Más o menos.

- Pues una relación simbiótica era, en términos simples, una relación de beneficio mutuo entre 2 organismos, de manera consiente o inconsciente, como los tiburones y los peces rémora, o los humanos con los Demódex.

- ¿Qué eran los Demódex?

- Emm… Eso no importa, lo que quiero decir es que nuestra relación casi nunca ha sido así, yo te ayudo mucho pero tu poco.

- Ay, lo siento, es que no puedo…

- No, no, no te disculpes, te entiendo bien Adam, pero a lo que voy es que ahora que estás encogido y estoy haciendo tanto por ti… Bien podrías devolverme el favor.

- Pues claro, tienes razón, ¿qué quieres que haga Eve?

- Bueno, pensaba en un masaje con final feliz.

- ¿Final feliz?

- Ya lo verás, ven.

 

Ella me agarró y me dejó sobre la cama, ahora al no tener plumas cerca todo era mejor y más cómodo, sobre todo con mi tamaño. En eso Eve empezó a desvestirse en frente de mí, dejándome impactado al instante.

 

- ¡E-E-EVE! ¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?!

- No es justo que solo yo pueda verte desnudo, ¿no?

- Bueno, eso creo.

- Bien.

 

Esto me parecía muy raro, Eve no era así, ella por lo general era tímida, algo reservada, sólo se soltaba un poco cuando hablaba conmigo, pero jamás pensé que tanto. Mientras que ella se quitaba lentamente los zapatos, los calcetines, la falda, la blusa, y su ropa interior, yo pensaba en qué le había pasado, qué había cambiado entre nosotros aparte de… Mi tamaño.

 

- Muy bien Adam, estoy lista. –Dijo Eve luego de quitarse toda la ropa y acostarse sobre la cama, dejándome al sobre su hombro.

- N-No entiendo Eve. ¿Quieres que te de un masaje, así?

- Pues claro, empieza por mis hombros y luego ve bajando, sin miedo.

- Ok… Pero esto me parece raro, nunca pensé esto de ti.

- Bueno… Creo que al verte tan pequeño, eso me hace sentir más grande, me da algo de confianza. ¿No te molesta verdad?

- No, para nada…

- Porque si te molesta no tienes que hacerlo, no te voy a obligar.

- Eve, tu tenías razón, debo devolverte todo lo que has hecho por mí, si quieres que haga esto, lo haré.

- ¡Muy bien, me alegra oírlo! ¡Yo estaré aquí acostada, ánimo!

 

Y pues así es, estaba masajeando los enormes hombros de mi amiga. Me arrodillé y empecé a frotan mis manos en círculos sobre la superficie de sus hombros, no sé si ella lo sentía o no por mi tamaño, pero yo igualmente seguía haciéndolo, con tal de hacerla feliz. Yo no estaba angustiado para nada, de hecho todo lo contrario, me gustaba mucho lo que estaba haciendo porque no era un masaje a Hilary o a mi mamá, era a Eve, mi mejor amiga, quien me respetaba y me cuidaba, incluso me lo pidió con amabilidad, y bueno, no puedo negar que toda esta situación del masaje y que ambos estuviéramos desnudos me excitaba un poco, algo reflejado también en mi miembro erecto bajo mi abdomen. Recorrí su cuerpo hasta su otro hombro y seguí masajeando, creo que ella si lo sentía, ya que de cuando en cuando empezaba a gemir un poco, por lo que supuse que todo esto la relajaba. Vi mi siguiente destino y mi pene se puso mucho más duro, ya que eran sus enormes pechos, que parecían 2 montes gemelos desde mi perspectiva.

 

- Adelante Adam, con confianza. –Dijo Eve, alentándome a seguir.

 

Yo avancé y empecé a escalar su pecho, mi simple escalada era suficiente como para que Eve lo sintiera, y siguiera gimiendo, a la par que mi pene rozaba su suave piel, sin querer obviamente. Finalmente y algo cansado llegué a la cima de su pezón, y empecé a jadear para recuperar el aliento, cosa que mi enorme amiga no pasó por alto.

 

- ¿Te cansaste pequeño Adam? Pues sólo dale unos besitos a mi pezón, relájate.

 

Sus palabras retumbaron en mi cerebro, pero llegaron fuertes y claro, por lo que me recosté boca abajo y empecé a besar la punta de su pezón un buen rato. Ella seguía gimiendo y yo pues me dejé llevar un poco, así que empecé a lamer su pezón con pasión. Ella lo sintió y me puso en su otro pezón, donde yo continué mi labor. A pesar de sus gemidos, no sé quién de nosotros disfrutó más de estos momentos, lamer su pezón que cada vez se endurecía más era algo celestial, pero no se comparaba a lo que estaba por ocurrir.

 

- Con permiso…

 

Eve me tomó con sus 2 dedos y me acercó a su vagina, que ya estaba mojada, y me introdujo dentro de ella. Todo esto me daba algo de miedo, pero el placer era más fuerte, yo froté, lamí, y empujé mi pene contra sus húmedas y palpitantes paredes, mientras detrás de mí sentía como entraban y salían sus dedos. Todo este momento era maravilloso, hace menos de 24 horas estaba comiendo pollo frito en mi habitación, y ahora estaba encogido y haciendo el amor con Eve, mi mejor amiga, la mujer más importante de mi vida. Yo la quería, no sé si de esta manera, nunca lo había pensado, pero aquel cálido momento me hizo sentir como si la amara de toda la vida, fue algo especial, inolvidable. Luego supe que ambos habíamos perdido la virginidad en ese momento, lo que no hizo más que volverlo mucho más especial, pero en aquella instancia yo simplemente me dejé llevar, acabé dentro de la húmeda vagina de Eve, y ella hizo lo mismo, dejándome empapado de fluidos vaginales y pegado a sus 2 dedos. Ella los sacó conmigo aun en ellos y, luego de que ambos nos relajáramos, los llevó frente a su cara.

 

- ¿Te gustó el final feliz?

- Me… Encantó… Eve…

- Me alegra oírlo. –Entonces ella se agachó para recoger una caja de pañuelos que había bajo la cama y me limpió, dejándome nuevamente en el calcetín, mientras ella hacía lo propio.

- Fue maravilloso Adam.

- Lo mismo digo.

- Bueno… Ha sido un largo día, mejor descansemos y mañana vemos que más podemos hacer.

- Ok, buenas noches Eve.

- Buenas noches Adam, duerme bien.

 

Eve se puso el pijama, apagó las luces y se fue a dormir. No le tomó mucho quedarse dormida, al parecer tenía el sueño pesado, o puede que sea por el sexo, la verdad no sé. Yo me dormí poco rato después, pensando en lo que había ocurrido minutos atrás. Había hecho el amor con Eve, perdí mi virginidad con ella, todo estaba yendo muy rápido en todos los sentidos, pero no me desagradaba, me sentía seguro con ella, incluso empezaba a sentirme atraído, pero no quería asustarla ni decirle que la amaba, aunque bueno, con todo lo que hemos pasado tanto hoy como desde que nos conocimos, de hecho tiene mucho sentido. Dormí más o menos una media hora, pero de repente desperté, ya que repentinamente escuché algo inconfundible, el sonido de una puerta abriéndose lentamente, alguien iba a entrar…

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