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5 minutos después, como habían acordado, Diane y Kanna estaban conmigo en el baño del primer piso.

- Siéntate en el inodoro, esto no debería demorar mucho. –Dijo Kanna.

- ¿Qué vas a hacerle a mi pequeño Jazz? – Preguntó Diane aun con un poco de preocupación.

- No te preocupes amiga, sólo voy a mejorarlo, confía en mí.

- Ok…

Veía desde la mano de Diane como Kanna buscaba algo dentro de su cartera, no me quiero ni imaginar que cosas traería alguien como ella ahí, pero tampoco el no saber qué es lo que haría era algo muy reconfortante. Kanna sacó lo que parecían 2 argollas doradas muy pequeñas junto con una tira de oro muy delgada, y las dejó sobre el lavamanos.

- Me pasas a Jazz un momento, ¿por favor?

- De acuerdo, pero que no le duela.

- Descuida Diane, no es la primera vez que hago esto. –Kanna me veía con una sonrisa sádica en su rostro, parecía que aun después de que terminara su turno, se quedó con las ganas de humillarme más. –Ahora bien, eres demasiado grande para lo que necesito. –Acto seguido Kanna usó su medallón para encogerme, diría que terminé de unos 4 o 5cm más o menos.

- Ya me entró la curiosidad, ¡Déjame ver Kanna!

- Espera, aun no… Por cierto, ¿Rubí o Circón?

- Emm… Circón… No se… ¿Por?

- Ya lo verás, jejeje.

En eso Kanna tomó las argollas doradas y me dijo con una amabilidad falsa que estirara y juntara mis brazos y piernas, no quería armar una escena quejándome así que obedecí sin pensarlo mucho… Como me arrepiento de eso. Lo que Kanna tenía no eran argollas, eran esposas encogidas, las cuales colocó en mis muñecas y tobillos con una precisión de cirujano, tomando en cuenta lo pequeñas que eran, o bueno, una precisión digna de un joyero quedaría mejor en este caso. Kanna sacó una gema roja de su bolso, supuse que un circón por lo que dijo antes, y la hizo encajar en el centro de la tira de oro que tenía cerca mío. Luego me levantó sobre su mano y con la otra ató un extremo de la tira a los eslabones de mis esposas de las manos, que por cierto eran sólo 3 por lo que casi no podía moverlas (ella ya me había atado antes, pero esto estaba a otro nivel). Luego trató de hacer lo mismo con el otro extremo y los eslabones de las esposas de mis tobillos, cosa que le costó un poco más ya que aquella tira de oro era casi de la mitad de mi tamaño, o un poco menos. Aun así lo logró, y una clase de dolor diferente a los que había sentido estos días invadió mi cuerpo, no era como el dolor de un golpe o un aplastamiento, era como el dolor que sentía al hacer abdominales y flexiones en las clases de educación física de la escuela, y es que, en efecto, mi cuerpo estaba flexionado con esa tira de metal creando un círculo. Era difícil de asimilar, pero parecía que…

- ¡TU ANILLO ESTÁ LISTO DIANE!

- Wow… Es muy lindo Kanna, ¡gracias!

- Te dije que podías confiar en mí.

No podía creerlo, Kanna se aseguró de hacerme caer más bajo de lo que ya estaba, aunque sonase imposible. De ser un chico, a un hermano humillado, a un reducido, a un esclavo, ahora era simplemente un objeto, un accesorio decorativo para mi giganta de hoy, la chila linda y divertida con la que había crecido, la simpática Diane. Ella me sostenía en sus dedos, admirándome como si fuera una pieza de joyería y no una persona, aunque gracia a Kanna eso era en lo que me había convertido.

- Por cierto, cuando estemos en la playa vamos a jugar un poco de Volleyball, por lo que no se si ya pensaste en que dedo usarlo.

- Mmm, no quiero que le duela cuando golpee la pelota… ¡Ya se!

No sé si lo hizo a propósito (seguro que sí) pero Kanna volvió a sellar mi destino una vez más sólo con sus palabras. Diane se preparó para ponerme en uno de sus dedos, pero la dirección en la que iba no era hacia su otra mano, era más abajo, mucho más abajo, ya que me acercó al dedo índice de su pie derecho, en el cual me colocó.

- Listo, ¿no se ve lindo?

- Por supuesto, es mi joyería después de todo jajaja. Prométeme que te lo sacarás solo en el hotel, no queremos que se pierda en cualquier parte de Malibu.

- ¡No lo haré, gracias Kanna!

- ¡Cuando quieras!

Acto seguido Diane se puso de nuevo sus sandalias de goma rosadas y salió del baño junto con Kanna sin percatarse tanto de mí. Mi rostro que sobresalía de toda la estructura del anillo se hallaba entre su dedo gordo e índice, por lo que podía ver su casi todo su cuerpo y su rostro todo el tiempo con cada paso que daba. Me enseñó brevemente a las otras chicas, y aunque Sheila se hallaba algo preocupada por lo que veía de su rostro, no tardó en soltar una ligera risa luego de la carcajada que dieron Jane y Ally, quienes obviamente no se reían de Diane, se reían de mí.

- Bueno, creo que ya estamos listas para partir, agarren sus maletas. ¡NIÑAS, YA BAJEN, NOS VAMOS! –Gritó Ally y las 3 Imouto no tardaron en bajar. De igual forma que nuestras hermanas mayores ellas me vieron y no aguantaron el impulso de reírse de mí, pero eso era de esperarse.

Poco después de eso Ally empezó a conjurar el hechizo de desplazamiento, y en unos pocos segundos nos encontrábamos en el estacionamiento del Resort en donde nos quedaríamos estos días, habíamos llegado a Malibu.

Aunque suene muy loco, recién aquí empieza mi verdadero suplicio. Jane fue a buscar un carrito para las maletas de todas y empezaron a cargarlo, dirigiéndose a la entrada del hotel, donde al ver a Ally los porteros supieron de inmediato de quien se trataba, por lo que la dejaron pasar y por poco no le hacen una reverencia. La Suite quedaba en el piso 20, el más alto de toda la torre principal del Resort, el cual tenía 2 ascensores, uno para los pisos pares y otro para los impares, las 8 se subieron junto con el carrito al ascensor correspondiente, pero este no subía.

- ¿Qué pasó, sobrepeso? –Dijo Sheila.

- Eso parece, por lo general los ascensores aguantan unas 8 personas. –Respondió Ally.

- Pero somos justo 8… Oh bueno, jijiiji… -Dijo Kanna, obviamente sabía de qué hablaba.

- Si, pero también tenemos las maletas, dah.

- ¿Pero y las niñas? Ellas no alcanzan a pesar lo que un adulto, Ally.

- No se Diane, yo les dije que trajeran equipaje ligero.

- También yo. –Replicó Jane.

- Bueno, y entonces qué hacemos, ¿One-san? –Preguntó Julie.

- ¿Podríamos hacer 2 viajes? –Preguntó Tammy.

- No sería lo mejor, estos ascensores son viejos y lentos, perderíamos mucho tiempo… Creo que alguien tendrá que subir las escaleras.

- ¿¡Los 20 pisos!? –Preguntaron las 3 Imouto al mismo tiempo.

- Tranquilas, ninguna de ustedes tendrá que hacerlo… Pero una de nosotras sí chicas.

Las 5 se miraron, parecía que ninguna quería dar el paso adelante y ofrecerse a salir del ascensor, hubo un silencio gélido durante unos segundos, hasta que Kanna dio una idea.

- ¿Y si vas tú, Diane? Eres la más fuerte de nosotras, seguro no te cansarás tanto.

Es oficial, Kanna me odiaba.

- Mmm… Está bien, pero sólo si guardan mis cosas por mí, luego quiero descansar un rato en la playa.

- Trato. –Dijo Ally.

Entonces Diane salió del ascensor y se despidió de sus amigas mientras las puertas metálicas se cerraban. Parecía que tenían justo el peso límite para poder subir, en cuanto a nosotros, nos esperaban 20 pisos. Diane sacó su celular y puso algo de música para escuchar mientras subía, tenía audífonos así que no sé qué estaba escuchando, pero si era el tema de Rocky me pego un tiro. Entonces la giganta empezó a subir por las escaleras, cada paso que daba era el doble de fuerte que un paso normal por la subida, el peso que sus dedos ejercían sobre mi fue mucho mayor en esos tramos, y ya de por si sentía mucha presión al estar en esa posición circular, sin mencionar que el circón por lo que se es de las piedras preciosas más pesadas. Lo único que podía ver aparte de los 2 dedos enormes de Diane rodeándome eran sus enormes pechos a lo lejos, que se elevaban como nubes en el cielo, nubes hermosas y bien formadas, como si fuera un sueño hecho realidad recostarse sobre ellas…

¿Pero en qué estoy pensando? Bueno, eso era preferible a amargarme más por haber sido convertido en un simple anillo de pies. Veía como los pechos de Diane rebotaban rítmicamente mientras subía las escaleras, no sé ni en que piso estamos, pero sin dudas esa vista hacía que el tiempo pasara más rápido… Pero las cosas se complicaron. Los dedos de Jane empezaron a sudar de tanto subir las escaleras, lo que provocó que el anillo (yo) dejara de ser tan rígido, y empecé a bambolearme un poco para atrás y adelante. El mareo era lo de menos, el problema era que mi pene, el cual había estado tieso contra la suave piel de Diane, empezó a ser frotado con más fuerza contra su dedo, causándome un placer inaguantable. Luego de correrme con Ally no quería algo así se repitiera, menos si no sabía cómo lo tomaría Diane, así que empecé a respirar por la boca tratando de calmarme… Por unos segundos.

El pulgar de Diane empezó a sudar y se movió ligeramente a un lado, el problema es que en mi tamaño parecía como un auto a punto de arrollarme, y lo hizo. Mi cara de pronto quedó entre medio del dedo gordo de Diane y la base de espuma donde antes estaba en su sandalia, que por cierto olía horrible y despendía un sudor particular que embarró todo mi cabello. Me costaba seguir respirando así, lo hacía cada vez más lento, ya que con cada bocanada de aire entraba una gran cantidad de la esencia del enorme pie sudado de Diane por mi garganta. Cuento corto, pasó lo que tenía que pasar, y luego de llegar al límite terminé corriéndome sobre el dedo de Diane, el dedo del cual era su anillo. Mi mente se nubló por un momento, al menos por lo que faltaba de subida, ya que recobré mis 5 sentidos cuando Diane empezó a hablar con sus amigas, ya en la entrada de la Suite.

- ¡Chicas! ¿Cómo es que llegué antes que ustedes? –Dijo Diane entre jadeos.

- El ascensor se detuvo por unos minutos, fue tan molesto. ¿Tú subiste bien, Diane?

- Pues si… Fue un poco agotador pero nada muy extremo, y la pasé genial con música y compañía.

Al menos ella la pasó bien… Veo que le pasa un audífono a Ally para que oiga.

- Ese tema me suena… ¿De dónde es?

- De Rocky II.

Me quiero pegar un tiro.

- El tema adecuado.

- Si, oigan, ustedes ordenan y yo voy primero a cambiarme de ropa para la playa ¿vale?

- Claro, te damos el alcance luego.

Diane y las chicas entraron a la Suite que no pude ver muy bien por mi posición, pero por las reacciones de las niñas me suena a que debe ser muy lujosa, Ally no escatima en gastos. Mi giganta tomó un par de cosas de su maleta y se fue al baño, donde empezó a desnudarse. Se quitó la playera que tenía, los pantalones cortos de Jean, el sostén y las bragas. Esas últimas imágenes me excitaron un poco, habría sido más pero acabo de “descargar”, algo que para mi sorpresa Diane notó. Ella asomó su cabeza hacia abajo para ver a su anillo.

- Espero que lo estés pasando bien allí abajo, pequeño Jazz, seguro que si por lo que sentí hace rato en las escaleras ¿o es que te orinaste? –Negué lentamente con la cabeza. –Bien, me alegra que la pases tan bien como yo. Ahora vamos a la playa y después jugaremos un poco ¿de acuerdo? Bien.

A pesar de la humillante situación que tenía que sufrir, no negaré que Diane no está siendo mala en ningún momento, es decir, se preocupó por mí cuando estábamos con Kanna, no me presionó bruscamente con sus dedos (cosa que si hicieron otras chicas) y ha sido amable hasta ahora. A Kanna y Ally no les importaba como me sentía cuando me torturaron, pero Diane es distinta, tal vez pueda llegar a razonar con ella, a diferencia de las 3 Imouto ella ya casi es una adulta, seguro se lo tomará más en serio.

Diane se cambió, agarró su toalla, fue a buscar un bolso de mano y se fue caminando a la playa. Buscó una silla de playa y fue a recostarse en ella, en un sitio no muy saturado de gente. Con cada paso que daba se filtraba más arena bajo sus pies, arena que terminó por golpearme. No dolían como piedra, aunque en mi tamaño actual si eran más molestas, sin mencionar que esos granos de arena bajo los pies de Diane eran tan patéticos como yo en ese momento. Diane se sacó las sandalias y las dejó sobre el suelo, liberando casi toda la arena de ellas, sacudió un poco sus pies y sobre todo sus dedos para quitarse la arena entre ellos, cosa que volvió a agitarme un poco alrededor de su índice. Ella veía felizmente a su anillo mientras movía sus pies, soltando una sonrisa sin malicia en ella, sólo la simple diversión que debía causarle verme así. En esas se puso unos lentes de sol y se echó a dormir un rato mientras escuchaba más música con sus audífonos.

En ese breve momento de descanso rememoré lo que había vivido con Diane hasta ese momento. Sin contar a mis hermanas, ella debía ser la chica con la que más me he relacionado en toda mi vida. Al ser mejor amigo de Duke desde muy chicos, siempre íbamos a la casa del otro, casi casi todos los días, y obviamente veía mucho a Diane. Ella no era como Jane, era dulce y tierna, casi como lo es mi hermanita Julie ahora, aunque bueno, nosotros jugábamos juntos incluso antes de que ella naciera. Podría decirse que vivía más en casa de Duke y Diane que en la mía propia durante esa etapa de mi vida, y no me quejo, así veía menos a Jane y me molestaba menos, y a papá y mamá nunca les pareció molestar eso por alguna razón. Normalmente jugaba con Duke, pero casi siempre en algún punto Diane se acercaba a nosotros con la intención de sumarse, y nunca se lo impedimos, desde LEGOS hasta videojuegos, y videojuegos de LEGO (obviamente) fueron buenos tiempos donde nada me preocupaba. Luego Diane entró a la adolescencia y se distanció un poco de nosotros, hizo amigas de su edad con nuestras hermanas y nosotros hicimos lo propio con los Ghoul Hunters, y nuestros caminos se separaron. Veía a Diane como una hermana más la verdad, por lo mismo no sé si deba sentirme tan lujurioso cerca de ella… Aunque no puedo evitarlo, es demasiado linda y su cuerpo es hermoso, pero de todas formas no es Sheila.

Luego de un rato Diane volvió a fijarse en mí, o bueno en su anillo, se bajó un poco los lentes de sol y me miró de una manera que había visto muchas veces, esos eran los ojos de Diane cuando quería jugar, pero ahora yo era el juguete. Ella empezó a frotar sus dedos de los pies entre si lentamente, viendo como yo me movía con ellos, parecía como si quisiera crear fricción con… Oh no, lo hará otra vez. Ahora Ella es plenamente consciente de lo que hace, así que se tomó su tiempo. Movía sus dedos lentamente, frotando mi pene en el proceso, de una manera mucho más relajada que en las escaleras, pero no por eso menos excitante. Luego puso el pie donde yo estaba sobre su otro pie, y ahora movía sus dedos contra él, aumentando gradualmente la velocidad. Mi pene se puso como roca otra vez, pero tenía que aguantar lo más posible, tanto por el juego como por el placer. Entonces ella puso las plantas de sus pies una contra la otra, frotándolas y moviendo los dedos en cadena al mismo tiempo. La presión ya era demasiada, aguanté lo más que pude, pero volví a correrme en su dedo, y ahora lo hice mucho más que antes. Ella se rió un poquito al verme así y siguió moviendo sus dedos un buen rato con cara de victoria, hasta que las chicas llegaron. No pude verlas muy bien porque estaba exhausto, luego de todo este rato como un anillo de pies, ya no podía más… Pero en eso las chicas se pusieron a jugar Volleyball. No mentiré, fue un tormento, si bien no estaba en su mando donde golpeaba la pelota, los saltos que daba eran muy duros, y obviamente empezó a  sudar otra vez, aunque ahora el sudor se juntó con algunos granos de arena, y obviamente acompañado del olor ya característico de los pies de Diane. Cuando el partido terminó y el equipo de Diane ganó ella empezó a dar saltos de alegría. Por un momento pensé que lo que seguía era meterse al agua, algo que sería mortal para mí, pero parece que Diane se percató de ello y volvió a la silla de playa a dormir, y segundos después yo la acompañé en el sueño, pero aun siendo el patético aniño humano en su dedo del pie…

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