- Text Size +

A las pocas horas desperté luego de que Jane volviera a quitar el calcetín, avisándome que ya nos íbamos. Ella simplemente se puso la zapatilla y me dejó ahí un rato mientras preparaba todo para irse. Pasé más o menos una hora dentro de su zapatilla siendo presionado por su pie en la zona de los dedos, y ciertamente se sentía diferente a mi ilusión. Aunque no fue real, algo definitivamente cambió dentro de mí, creo que me estaban empezando a gustar los pies en serio, mi pene estuvo erecto todo ese rato, y aunque no me corrí sí que lo disfruté, incluso llegué a lamerle el pie a Jane varias veces sin darme cuenta, ¿tanto me había traumado esa experiencia?

Seré honesto, no entendía por qué Jane era así, puede que ni siquiera la haya conocido en primer lugar, siento que todas sus acciones recientes no apuntan a ningún lado. El hacerme lamer sus pies por las pizzas, el encogerme, el cuidarme en su noche loca con Kanna, matar a alguien, no lastimarme y en su lugar engañarme con una especie de “Tsukuyomi Infinito”. Todo eso apuntaba a distintos lados ¿Cuál era el objetivo de Jane? Puede que ella sea un monstruo de casi 2 metros, pero es mi hermana y en el fondo la quiero, y no quiero verla sufrir. Tampoco quiero rendirme ante ella y las demás, seré el último que queda pero no el último que se rinda, por lo que ahora mismo tenía un plan alejado de todo lo que pensé antes. La única forma de saber que está pasando es que Jane me lo diga, y para eso necesito ganarme su confianza, le seguiré el juego hasta que eso pase, haré lo que me diga, aunque no pienso traspasar la línea del sometimiento ante ellas.

Cuando se quitó el zapato y me sacó noté que ya habíamos regresado a casa, específicamente en el cuarto de mi hermana mayor. Diane, Kanna y Ally estaban desempacando sus cosas ya cambiadas con su ropa habitual, Sheila no estaba en ningún lado y las niñas tampoco, aunque creo que ellas estarán en el cuarto de Julie. Jane me tenía en su mano y vestía con la ropa de playa que tuvo el día anterior.

- Ok gusano, es martes y eso sólo significa una cosa. –Dijo ella mientras me mostraba la ruleta:

 

 

- Como sea, sabes que esto significa que durante todo el día de hoy eres mío y jugarás sólo conmigo, hablé con las chicas y están de acuerdo en que le dediquemos todo nuestro tiempo a nuestro pequeño diario el día de hoy, ya que ayer estuvimos haciendo… Otras cosas. En fin ¿Entendiste todo, escoria?

- Si, Diosa Jane.

- Valla… Eso fue… Directo. –Dijo Jane genuinamente sorprendida, supongo que esperaba un poco de resistencia.

-Bueno no tengo de otra, y no quiero que la pasemos mal discutiendo, al mal paso darle prisa, como dijo antes una amiga mía.

- Creo que la ilusión de Ally surtió más efecto de lo que esperaba, ¿eso significa que te rindes a ser nuestro esclavo?

- Por supuesto que no.

- ¡¿Cómo?!

- No me malentiendas, a pesar de todo aun quiero llegar hasta el final de este “juego” suyo. Seguiré tus órdenes, pero aún no me he rendido.

- Como sea, eso significa que no tengo por qué tener piedad contigo.

- Otra vez…

- ¡¿QUÉ DIJISTE?! –Gritó enojada.

- N-Nada, Diosa Jane…

- Da lo mismo, cuando Sheila termine de bañarse nos toca, y planeo obtener algo de inspiración del libro de Rachel ¿sigues de acuerdo con eso?

- Em… Si, por supuesto.

- Me alegro.

A pesar de todo, esta conversación es de las más agradables que hemos tenido, ella nunca fue de hablar mucho conmigo y este era un progreso, supongo… A decir verdad tampoco es que tuviera muchas ganas de tocar el tema que le insinué, menos lo que pasó ayer, por lo que tendría que ser cuidadoso con mis palabras, no había lugar para fallos, ya que sólo tenía este día para lograr que ella se abriera conmigo.

Sheila entró por la puerta de la habitación, con una toalla rosada cubriendo su bello cuerpo desnudo, y con su hermoso cabello rubio húmedo luego de la ducha. Siento que cada vez que la veo noto que está más hermosa, no sé por qué, pero mi pene no necesitó saberlo tampoco para reaccionar como es natural. No sé si ella me vio, pero Jane definitivamente si lo hizo, por lo que luego de saludar a Sheila me tomó más fuerte en su puño y se dirigió a la ducha. Había 3 baños en la casa, el de mis padres, el de Julie y el del primer piso, todos equipados con ducha, pero por comodidad parece que las 5 usaron la ducha de mis padres. Las paredes del baño eran color crema y la tina era la más grande de la casa, tanto que cabían de sobra 2 personas (y no quiero pensar más en eso porque una cosa lleva a la otra y… Uy, que asco). En fin, Jane se metió y sacó una toalla gris del cajón bajo el lavabo, dejándome sobre este mientras se desvestía. A pesar de que yo ya la había visto desnuda antes, no sentía que fuera lo correcto por lo que me di media vuelta, pero vi el reflejo de su enorme, tonificado y ciertamente hermoso cuerpo desnudo en el espejo, por lo que me cubrí los ojos hasta que acabara.

- ¿¡Oye, qué estás haciendo!?

Abrí los ojos y volví a ver su reflejo entero, parada detrás de mí. Me di media vuelta y la vi directamente.

- ¡No seas mojigato! Ya te dije lo que iba a hacer, ahora acuéstate sobre ese cepillo.

Rápidamente le hice caso y me subí sobre aquel cepillo de ducha blanco, era del tamaño de un brazo y en la punta tenía unas fibras plásticas parecidas a las de un cepillo de dientes pero más gruesas, aunque en mi actual tamaño más parecía un cultivo de maíz o algo así. Me recosté en ese sitio y Jane no tardó en amarrarme con hilo dental. Recordé entonces que me dijo algo sobre el libro de Rachel, no soy un experto pero me parece que se refería a la parte donde Stacy ata a Gera en una barra de jabón y se baña con el hasta que se corre.

- Trata de sacar la lengua cuando te acerques a las partes más sucias, y si me dejo llevar recuerda que no somos hermanos de sangre ¿ok?

- Ok, pero puedo preguntarle algo, Diosa Jane.

- Adelante.

- ¿Por qué me dijo eso? ¿Se preocupa de lo que valla a pensar o se preocupa por mí?

Ella se quedó en silencio sin responder por unos segundos.

- Sólo saca la lengua.

- Ok…

Dicho eso se metió a la ducha. Puede que parezca que no me dijo nada, pero creo que estuvo a punto de hacerlo. Antes simplemente se enojó, ahora empezó a dudar, creo que mi actitud diligente la está hablando un poco y no sabe muy bien cómo hablarme, debo procurar seguir así hasta que termine sincerándose conmigo.

Ya en la ducha me restregó contra cada parte de su cuerpo menos los pies, supongo que sabe que de eso ya tuve suficiente por un rato. Pasé por su espalda y, como me dijo, extendí mi lengua. Si bien casi toda la mugre se la llevaba el resto del cepillo, para mí fue como una avalancha directa a mi cara, aunque luego de la ilusión pude soportar esto mejor de lo que esperaba. Empezó a frotarse las tetas con el cepillo, si bien no eran tan grandes como las de sus amigas (menos Kanna) sí que eran inmensas comparadas conmigo, y desde luego las lamí todo el rato. Así fui por su estómago, cuello, nuca, piernas, pero todo empezó a tomar un giro extremo cuando me acercó a su axila,  por más que lamía su agrio sudor, este tardaba muchísimo más en salir, ya que era mucho más espeso que el sudor normal. Estuve ahí un buen rato, y definitivamente preferiría lamerle cualquier parte del cuerpo menos esa…

Pronto me arrepentiría de mis palabras.

De pronto acercó el cepillo a su culo, si bien lamer sus nalgas no fue tanto problema, aunque si tomó más tiempo del que esperaba, todo se fue a la mierda (y nunca mejor dicho) cuando las abrió de par en par, dejando ver su enorme ano, el cual crecía más conforme iba acercándome. En esos momentos no movió mucho el cepillo, por lo que tenía que esforzarme más con mis lamidas. Era sumamente horrible y con una carga erótica muy fuerte, pero al poco tiempo pude soportarlo mejor por 2 cosas: El hecho de haber pasado horas dentro del ano de Kanna, y sobre todo que ella me dijo eso que no somos hermanos de sangre, lo que me calmó la moral muchísimo. Eso me ayudó incluso más cuando empezó a frotarse la vagina, lo hacía lentamente y de manera superficial, pero se nota que se estaba excitando un poco, obviamente se había dejado llevar, y yo lamí un poco sin pensar demasiado, salvo en aquel mantra que me repetía una y otra vez para poder soportar este asesinato a la moral.

Cuando acabó me dejó sobre el borde de la tina y se lavó lo que quedaba con jabón, también se lavó el pelo y esas cosas. Yo aproveché de descansar un poco, tratando de no pensar mucho en lo que había ocurrido, ya que si lo hacía sólo me perturbaría más.

Luego de unos 10 minutos terminó su baño, me desató y se secó con la toalla, yendo a cambiarse a su cuarto conmigo en el puño sin decir mucho. Cuando empezó a vestirse me dejó sobre su anaquel, donde estaban justamente el resto de mis amigos. No había hablado con ellos en una vida entera, en teoría, pero aún seguía esa semillita de lo último que discutimos, la rendición de Alfa, cosa que el mismo procedió a comentarme.

- Jazz… ¿Cómo te sientes amigo?

- ¿Te refieres al hecho de que luego de que te rendiste soy el único que queda?

- Bueno… Sí, así es.

- Pues aunque no lo crean ya sentí lo que es rendirme, y no, no es para mí. Quiero que sepan que no importa lo que las 5 me hagan, no me someteré ante ellas.

- Pero Jazz… ¿Y nosotros? –Preguntó Kidomaru.

- ¿Qué con nosotros? ¡Somos los malditos Ghoul Hunters, y eso no va a cambiar nunca!

Al decir eso con una sonrisa genuina los chicos se calmaron y me dieron un abrazo grupal, y ciertamente es así, no me importa si ellos ya se rindieron, es su decisión y es su vida, pero aunque yo no pienso hacerlo, sé que seremos amigos para siempre. Me preguntaron sobre eso que dije de sentir como me rendiría, y aunque quise explicarles Jane llegó y me tomó, ya que era hora de pasar en serio el día con ella.

A decir verdad ella no fue tan cruel como hubiera pensado, fuera de cuando almorzamos y cenamos donde me hizo suplicar por comida, el resto de las cosas que hicimos no estuvieron tan mal (en comparación con lo que ya he vivido). Le pinté las uñas, le di un masaje en la espalda con crema (eso tomó varias horas) y la ayudé con mi tamaño a buscar un par de cosas pequeñas que se le habían perdido por la casa. Creo que ella en serio se estaba conteniendo conmigo, durante estas horas no hablamos mucho, ella se la pasaba hablando con alguna de sus amigas que disfrutaba de su pequeño o viendo Netflix (sobre todo en el masaje), por lo que la próxima vez que pudiera hablar con ella tenía que decirle si o si directamente lo que pensaba, se estaba acabando el tiempo. Dicho momento llegó luego de la cena, donde empezaba la parte del día en privado para las cosas más picantes (o al menos así lo veo yo luego de todo lo que ha pasado). Ella me llevó al cuarto de nuestros padres y me puso sobre la cama.

- Bueno gusano, debo decir que me has sorprendido gratamente, cumpliste con tu palabra y obedeciste cada una de mis órdenes, te felicito.

- G-Gracias Diosa Jane… Si no es mucha molestia ¿puedo preguntarle algo?

- Sí, creo que te lo mereces.

- Pero por favor, no se moleste.

Tardó unos segundos en responder.

- A ver, dime.

- Bueno, esto lo digo como Jazz, tu hermano, y es sobre cómo me has tratado hoy, siempre eres abusiva conmigo pero hoy no, fuiste casi… Amable.

- Ajá, bueno… Es que tú me obedeciste, no tenía razón para ser hostil contigo.

- ¿Y si es así como explicas que la otra noche me salvaste de morir de dolor mientras te acostabas con Kanna?

- ¿C-Cómo dices?

- Así es, lo noté, te dio pena que yo sufriera y quisiste evitarlo, así no eras tú, pero aun así tengo que darte las gracias.

- ¡DE QUÉ ESTÁS HABLANDO! Yo… Yo no siento nada de eso, yo no soy así. –Dijo muy insegura de sus palabras.

- Eso pensaba yo, pero creo que me equivoqué, tú no eres un monstruo, Jane.

Ella hizo algo que no me esperaba, derramó una pequeña lágrima y dejó de hablar, evitando hacer contacto visual.

- Jane… ¿Estás bien?

Fue ahí donde ella explotó en furia.

- ¡TU NO SABES NADA DE MI! ¡SI SOY UN MONSTRUO! ¡LO HE SIDO SIEMPRE Y HASTA LLEGUÉ A MATAR A ALGUIEN! ¿Crees que no soy un monstruo? ¡PUES TE MOSTRARÉ QUE SÍ!

Entonces ella salió y cerró la puerta de un portazo. La verdad me quedé de piedra luego de eso, lo único que quería era hacerla sentir mejor, como ella me hizo sentir a mi esa vez y hoy, pero creo que toqué un botón que desencadenó algo dentro de ella. ¿Fue por qué le dije que no era un monstruo? Sea como sea no sabía lo que ella haría a continuación, y en unos pocos segundos volvió a entrar por la puerta igual de enojada que antes, y arrojó algo a la sábana cerca de mí con tanta fuerza que me caí de espaldas.

- ¿Tanto querías hablar, Jazz? Pues lo haremos a mi modo.

Me acerqué un poco al lugar del impacto, sólo para ver algo que me sorprendió muchísimo. Era un chico de unos 20 años, flaco y de cabello rubio oscuro, tratando de levantarse. No lo había visto en mi vida, y verlo así hizo que en mi naciera el deseo de ayudarlo. Lo levanté y le pregunté si estaba bien.

- Bueno, he estado peor.

- Y… ¿Quién eres tú?

- Mi nombre es Collin…

You must login (register) to review.