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Ally me pasó a Sheila, colocándome en sus manos. Olí de inmediato su aroma a perfume de vainilla que tanto me había excitado en el pasado, pero traté de disimular mi erección para que no pensara que soy un pervertido (aunque bueno, luego de lo que pasó bajo su sandalia antes de mi día con Kanna poco importa la verdad). Ella me vio con una mirada alegre, y yo le devolví la sonrisa.

- Hola Jazz, hoy al fin nos toca jugar juntos, jiji.

- Lo sé, estoy tan feliz por eso.

Nos miramos con alegría, pero de repente Ally interrumpió nuestro momento.

- Perdón, pero creo que tendrás que esperar un poco Sheila, tardaste tanto que la comida estará lista en 5 segundos.

- ¿Cómo dices…?

Sheila no pudo terminar su pregunta, ya que el timbre sonó cortando de tajo el ambiente.

- ¡Código Marfil, chicas!

De repente vi como todas agarraban a su pequeño del día y se lo metían a la boca (menos Ally, que le pasó a Kidomaru a Molly para que ella lo cubriera), y Sheila desde luego no se quedó atrás abriendo sus labios y dejando ver su enorme boca, a la cual fui introducido segundos después. Escuchaba poco del exterior, pero pude oír la voz de Ally y la de otra chica que parece que le entregó una comida que había pedido, el Timing era perfecto. En cuanto a mí, el estar dentro de la boca de Sheila de nuevo me hizo recordar a nuestra primera noche como encogidos, cuando en el juego de la pizza le pedí que me comiera para salvar a Alfa de morir, y como al día siguiente me llamó noble por haberlo hecho… Ahora que lo pienso, nunca me respondió mi pregunta sobre por qué se fue de nuestra cita hace 2 años, simplemente me dijo que me lo diría después, y esperaba que ese “después” esté en algún momento de nuestro día juntos. Luego de un minuto Sheila me escupió gentilmente sobre su mano, y vi que Ally al parecer ordenó unas pizzas para almorzar, una rima algo irónica considerando lo que ya dije de nuestra primera noche, pero por suerte no habrían “Juegos del Hambre” en este almuerzo, sino que Ally arrancó 5 pepperonis de una pizza y nos los dio a los 5 luego de ponernos sobre una mesita en la sala, mientras ellas comían. Con mi estatura ese pepperoni era del tamaño de una pizza familiar, por lo que pensé que no podría terminármelo solo, pero para mi sorpresa lo hice y mis otros amigos igual.

- Teníamos hambre… –Dijo Alfa, seguido de las risas de todos.

- Eso parece, aunque en mi caso quiero terminar de comer rápido, este será el mejor día de mi vida. –Dijo Duke.

- De TODAS nuestras vidas. –Respondió Sonic.

- Sí, a todos nos tocó nuestra “Waifu” el día de hoy, ¿verdad? –Preguntó Kidomaru.

- En mi caso sí, tengo a Jane. –Dijo Sonic.

- Kanna. –Dijo Duke.

- Diane. –Dijo Alfa.

- Ally. –Dijo Kidomaru

- Sheila. –Dije yo, para que luego todos me vieran raro, pero con una mirada de risa en sus ojos, una que ya había visto un montón de veces antes. – ¿Qué? ¿Qué tiene de malo?

- Nada bro… Es sólo que, creo que al fin te vas a decidir por las chicas, igual que nosotros.

- ¿Y eso por qué, Duke? Sólo porque ame a Sheila no significa que me rendiré sólo por ella.

- No es sólo por tu amor por Sheila amigo, es por ella en si misma… Me perdonarás, pero no puedo culparte por amarla, ella es muy linda y muy… Convincente –Dijo Sonic.

- Es verdad. –Dijo Alfa.

No me había dado cuenta de esto, pero al ser el último día de la prueba, también significaba que todos habían pasado por Sheila menos yo, por lo que todos ellos tenían una experiencia en privado con ella como giganta, lo que me dejó algo desconcertado.

- Sólo para que conste, ninguno de nosotros lo hizo con ella, te lo prometo.

- No te pedí que me dijeras eso, Duke.

- Pero creo que necesitabas saberlo.

Lo que dijo Duke me dejó pensando nuevamente, ¿Sheila no había tenido sexo con ninguno de ellos? ¿Por qué? Según yo ese era uno de los motivos principales para encogernos en primer lugar. Y si no tiene sexo con los pequeños… ¿Cómo juega con ellos? Esos pensamientos se vieron interrumpidos cuando nuestras 5 hermanas se acercaron a nosotros y tomaron al pequeño que les tocaba, se despidieron y todas se fueron a un lugar privado para pasar el resto del día con su pequeño, y yo no podía estar más emocionado. Sheila no se movió, por lo que al final nos quedamos solos en la sala. Ella estaba en silencio, por lo que yo me aventuré a preguntarle:

- D-Diosa Sheila, ¿Ahora qué hacemos?

- Bueno, estaba pensando en que hacer primero. ¿Qué tal un baño?

- Sería genial, Diosa Sheila.

- De acuerdo, y puedes saltarte eso de llamarme Diosa si no te sientes cómodo.

- Créeme, no he estado más cómodo desde que empezó toda esta locura.

- Jijiji, ok, entonces te seguiré el juego… Esclavo.

Sheila me guiñó el ojo y de pronto mi pene quedó erecto, cosa que ella notó y procedió a reírse un poco de manera tierna, para luego ir al baño del primer piso. Me dejó sobre el lavabo y fue a buscar su maleta, de la cual sacó una toalla limpia, una muda de ropa roja y unas… ¿velas? Las colocó en los extremos del lavabo y las encendió con un mechero que tenía, para luego abrir el grifo de la bañera y proceder a desnudarse. Verla quitándose lentamente la ropa fue una de las cosas más hermosas que había experimentado. Si bien ya la había visto desnuda hace unos días, presenciar todo este proceso fue un frenesí de erotismo que por poco me hace correrme, pero por suerte me aguanté, aunque mi pene estaba duro como el diamante. Finalmente ella quedó sin ropa, dándose la vuelta para verme.

- Espero que no te molesten la velas, las prendo cuando quiero bañarme en tina y desde hace días que no he podido.

- No hay problema, Diosa Sheila.

Ella sonrió y metió lentamente uno de sus pies en el agua, la cual estaba caliente al punto y apagó el grifo, para luego agarrarme y meterse por completo en la bañera, dejándome entre sus 2 senos.

- ¿Cómo está la vista? –Preguntó con un dejo de sarcasmo en su vos.

- No creo que pueda ser mejor, la verdad.

- Me alegro. También te diré la verdad, yo no soy como Ally, Kanna o Jane que les gusta imponer su poder con los pequeños, o como Diane que disfruta de jugar con ellos, a mi… Me gusta que los pequeños sepan cuál es su lugar, y me mimen y adoren como una princesa, o una Diosa como dices, ¿crees que puedes hacerlo?

- Para mí sería un honor… Princesa.

- Eso me gusta más. Bueno, mientras me relajo tienes pase libre, trata de complacerme y luego te diré que tal estuvo. Vamos.

No lo dudé ni por un segundo, tal vez por el lugar en el que estaba, pero subí a su teta izquierda. Ya en la cima me arrodillé y empecé a masajear su pezón. Vi que su cara tenía una expresión leve de placer, pero creía que sería mejor no pensar en eso y sólo hacer mi trabajo, así que eso hice. Seguí masajeando por unos 5 minutos hasta que vi que eso no daba para más, por lo que agaché la cabeza y empecé a lamerlo. Volvió a ponerse duro a los pocos segundos, por lo que supe que cambiar de táctica resultó, por lo que seguí lamiéndolo varios minutos más. Luego de un rato bajé de su teta izquierda y subí a la derecha para repetir mi ritual de masajes y lamidas de senos, nada cambió con relación a su otro pezón por lo que creo que lo estaba haciendo bien.

Luego de trabajar un buen rato en sus tetas, bajé a su abdomen. Creí que lo mejor en este caso sería lavarlo, por lo que se me ocurrió una idea algo loca pero funcional. Salté al agua jabonosa y, una vez que estaba cubierto de jabón, subí de vuelta a su torso para lavarlo mientras me deslizaba boca abajo por él. Fue divertido aunque algo extraño, pero dejé de pensar en eso ya que el haber sido encogido era muchísimo más extraño, aparte este método tenía una ventaja, y es que mi pene era frotado constantemente sobre su enorme y hermoso cuerpo. Seguí así por un rato hasta que acabé de cubrir todo su abdomen.

El siguiente paso era su vagina, pero sentí que eso sería un poco inadecuado y, aunque parezca ridículo luego de todo lo que ya ha pasado, pensé que sería sobrepasarme, así que me salté esa parte y repetí el proceso de lavado con sus 2 piernas, lo que me tomó unos 15 minutos por pierna. Ya que sus brazos están sumergidos bajo el agua sólo quedaban sus pies por ser limpiados, y ambos estaban apoyados sobre el borde de la bañera, encima de una pequeña toalla cuidadosamente colocada. Me paré frente a ellos y pensé en cómo abordaría este reto. Enjabonarlos como lo hice con sus piernas sería imposible debido a que estaban en vertical, aparte de que seguro me resbalaría al estar tan jabonoso, por lo que se me ocurrió una solución práctica y familiar. En esa misma toalla empecé a rodar para sacarme el jabón de encima, y me paré frente  a su planta izquierda, para empezar a lamer su talón. No dejé de pensar en todo lo que había vivido, de odiar el olor y sabor de los pies a que me gustaran tanto que voluntariamente lamería uno sin que me lo pidieran, aunque bueno, era el pie de Sheila después de todo. Para subir me agarré de las arrugas en la planta de su pie y las usé de apoyo como si fuera una montaña de escalar, y abarqué toda su suela en unos 20 minutos. Lamí incluso entre sus hermosos y titánicos dedos, para luego pasan entre ellos y empezar a lamer la parte superior de su pie, lo que me tomó otros 20 minutos más. Junto con su pie derecho, estuve 80 minutos lamiendo los pies de Sheila, todo un record considerando que lo hice por voluntad propia. Caminé por la pierna derecha de mi amada hasta quedar nuevamente en medio de sus senos.

- Ya cumplí mi tarea, princesa. ¿Cómo lo hice?

Ella me miró feliz y me dijo “Ti que crees” luego de agarrarme y darme un pequeño beso, para después ponerme sobre su pezón derecho.

- Fue un placer hacerlo, princesa. Pero quería decirle algo…

- Adelante, te lo has ganado.

- Bueno… Resulta que no he dejado de pensar en nosotros, no es un secreto que tú me gustas.

- Sí, lo he notado.

- Claro, y por eso te invité a salir hace 2 años. Te pregunté hace unos días por el motivo que te fuste así de nuestra cita, ¿me lo puedes decir?

El silencio inundó nuevamente este baño al igual que la última vez que lo pregunté, y de repente ella sacó su mano del agua y noté que traía puesto su anillo de esos que tanto he visto, y procedió a encogerme aún más. Estaba muy inquieto por todo esto, no entendía lo que pasaba, sólo vi como Sheila me encogía, con la cara roja de vergüenza, y decía lo siento mientras yo me encogía a un tamaño ridículamente pequeño, tanto como para ser tragado por su pezón sin problemas. Luego de unos segundos atravesando su cavidad, llegué a una de sus glándulas llenas de leche y empecé a flotar en ella. No sabía lo que había pasado, ni por qué ella hizo esto, menos la razón por la cual no quiere decirme que pasó en esa cita, pero de repente ya no quise pensar en nada, simplemente me quedé flotando en su leche, hasta que decidiera sacarme o me terminara ahogando, lo que ocurra primero…

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