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Y así como si nada ya había pasado un año. Hoy se cumplían 365 días desde que Rachel me encogió y me hizo su esclavo, y al despertar esa mañana recordé varios de los momentos que marcaron ese año para mí.

 

Luego de sincerarme con Rachel ella se volvió mi Diosa favorita, y aunque no dejaba de tratarme como a un insecto creo que si sentía algo de compasión conmigo, era la que menos dolor me causaba de las 3, casi cada día Vicky y Stacy se la pasaban aplastándome con sus senos, culos y pies, pero Rachel no lo hacía tan a menudo, y cuando si me aplastaba era con menos fuerza que mis otras 2 Diosas. Por lo general ella me pedía darle masajes en todo su cuerpo, aunque también pasé a ser el encargado de limpiar aquella casa de montaña. Cuando las 3 salían Rachel me dejaba con unos 60 centímetros de altura y me encargaba limpiar, barrer y trapear, y como no prepararles la comida. Me costaba, pero con el tiempo le agarré el truco y casi siempre acababa a tiempo, porque cuando no, bueno…

 

Esa era la parte que Vicky y Stacy más disfrutaban, cualquier oportunidad que tenían la aprovechaban para darme un castigo, en serio les gustaba obligarme a lamer sus culos, sobre todo Stacy luego de haber comido frijoles o comida india, ya se imaginarán lo que seguía.

 

Una vez Vicky vio en televisión que se llevaría a cabo una maratón en la ciudad, y quien llegara primero a la meta luego de 15 kilómetros recibiría 10000 dólares que incitaban a gastar en artículos de belleza y ropa de las mejores marcas, por lo que nos inscribió, y con eso me refiero a que, para darle suerte según ella, me metió dentro de sus zapatillas deportivas y me mantuvo horas bajo sus pies durante toda la maratón. Fueron 15 kilómetros eternos, al poco rato el sudor de sus pies se hacía incontrolable, porque si, ella no quiso usar calcetines porque según dijo conmigo dentro ya era suficiente. Llego el sudor a ser tanto que empezaba a ahogarme, por lo que no tuve más remedio que beberlo todo, cada gota de sudor de su pie era como una botella de bebida, aunque esta era salada y transparente. En mi tamaño llegué a tomar unos 6 litros del sudor del pie de Vicky, y por si se lo preguntan si, ella ganó la maratón, por lo que con el premio compró mucha ropa de diseñador, lencería, maquillaje, perfume y, desde luego, un montón de juguetes sexuales, junto con un traje de dominatriz el cual le vería muy seguido a partir de entonces, sin mencionar que esa noche fue a un bar a celebrar con sus amigas y una chica que había conocido en la carrera, y desde luego conservándome bajo su pie toda la noche.

 

Se podría decir que mi vida era puro tormento, pero de vez en cuando Rachel me llevaba a escondidas a su “cuarto especial”, el cual era donde ambos perdimos la virginidad y teníamos sexo una y otra vez, o bueno, ella me usaba para satisfacerla y yo hacía mi mayor esfuerzo. Yo me sentía seguro y hasta alegre de estar a solas con Rachel, porque sabía que en el fondo ella no quería hacerme daño, y en esas pocas instancias hacíamos otras cosas aparte de ser su esclavo.

 

La que tengo más marcada es aquella vez que Stacy fue a ver a una de sus bandas favoritas, Fall Out Boy, a un concierto que dieron en Nueva York, bien lejos de donde vivíamos. Resulta que no se le ocurrió mejor forma de mostrar su cariño por la banda que subiendo al escenario a la fuerza e intentar secuestrar al vocalista Patrick Stump, cosa que le ganó una noche en prisión, por lo que Vicky tuvo que ir manejando hasta San Francisco para pagar la fianza y regresarla a casa. Ella se fue como a las 9 y regresó sino hasta el medio día de la mañana siguiente, por lo que todo ese tiempo estuvimos solos Rachel y yo.

 

Rachel me dijo que iba a ver una serie nueva que Netflix había sacado, The Punisher, ni a Stacy ni a Vicky le gustaban esas cosas, por lo que ella las veía sola, pero esa vez me dijo que la acompañara porque sabía que a mí también me gustaban las historias de superhéroes. Ella se sentó en el sofá y yo como de costumbre en el suelo, esa vez medía 90 centímetros, lo suficiente como para poder alzar la mirada y verla ahí sentada, moviéndose en su asiento de un lado a otro, se le notaba incómoda en ese lugar, por lo que sin pensarlo mucho dije algo que quizás le gustaría.

 

- ¿Está incómoda, Diosa Rachel? ¿Desea sentarse sobre mí?

- ¿En serio? Valla, ni siquiera tuve que pedírtelo, en serio amas a tu Diosa ¿verdad? Bien esclavo, cumpliré tu deseo, y a la par probaré un nuevo hechizo que he estado estudiando.

 

Eso último no me lo esperaba, Rachel movió sus manos ejecutando un hechizo morado, el cual me transformó en una almohada de unos 30x30 centímetros de color rosa. Era muy extraño, no podía moverme pero aun así sentía todo mi “cuerpo”, no sé si en esa almohada estaba mi rostro o no, pero mis 5 sentidos seguían intactos, y no tardé en comprobarlo ya que Rachel me puso en el sofá y se sentó sobre mí. Sólo llevaba unas Pantis Blancas que cubrían parte de su grande pero lindo culo, el cual frotó sobre mi “rostro” varias veces durante horas, también soltó uno que otro gas no intencional, estaba muy metida en su serie, y aquellos gases no me molestaban tanto, principalmente porque no eran como las bombas tóxicas de Stacy.

 

Luego de varias horas finalmente se levantó y me transformó en un reducido de 15 centímetros.

 

- ¿Cómo lo pasaste esclavo?

- Muy bien mi Diosa. –Dije para complacerla, aunque para ser sinceros no lo había pasado mal.- ¿Usted cómo se encuentra?

- Genial, gracias por tu idea, aunque recuérdame ir a comprar un sillón nuevo mañana.

- ¿Pero no puede repararlo con magia, Diosa?

- Pues claro que si tonto, pero me da flojera jajajaja.

 

Así seguimos hablando casualmente mucho rato, fuimos a comer a la mesa de la cocina, yo desde luego estaba a sus pies comiendo arrodillado en mí ya familiar plato de perro, pero eso no impidió que siguiéramos conversando y riendo tan amenamente. A ella le gustaban nuestras charlas y, aunque le costaba admitirlo, también esos momentos donde no se comportaba como mi ama, pero me hizo jurar que nunca se lo diría a Vicky o Stacy, ya que ellas sí que son sádicas y se sorprenderían muchísimo el saber que ambos nos llevábamos bien ahora, dijo que si no cumplía mi promesa no dudaría en devorarme vivo, pero yo ni loco iba a revelar nada a esas locas, no dejaría que arruinaran mis únicos buenos momentos. Luego de cenar fuimos al “cuarto especial” y tuvimos el sexo más salvaje hasta el momento, incluso me hizo crecer hasta 1 metro para intentar la posición del misionero, no salió como esperábamos pero tampoco estuvo mal.

 

Yo amaba esos momentos, creo que en cierta forma amaba a Rachel, y no sólo como una Diosa. Siempre quería servirla de la mejor manera para que ella fuera feliz, y me preocupaba de seguir sus órdenes al pie de la letra para complacerla como se merecía.

 

El día que cumplí un año como reducido desperté en el suelo de la cocina donde había dormido aquella noche. Tenía unos 25 centímetros y procedí a caminar hasta la habitación de Rachel para ver si seguía dormida. Por lo general ella siempre me despertaba en las mañanas, por lo que me extraño que no lo hiciera esta vez, considerando el día que era. Efectivamente estaba en los brazos de Morfeo, durmiendo como un ángel con esa hermosa cabellera negro azabache cubriendo parte de su lindo rostro. Luego pasé a ver a los cuartos de las demás, pero para mi sorpresa ni Vicky ni Stacy se encontraban allí, sus camas estaban desechas y sus bolsos no estaban en su sitio, por lo que supuse que tendrían que haber salido temprano. Ni lento ni perezoso fui a hacerle el desayuno a Rachel, no solía hacerlo pero por ser hoy un día especial me pareció un lindo gesto sorprenderla. Al rato ella se levantó y caminó a la cocina, quedando asombrada y con una leve sonrisa al ver el delicioso desayuno continental que le preparé.

 

- Valla… Se ve delicioso, gracias Esclavo.

- Es un placer Diosa Rachel, quise sorprenderla debido a que hoy es nuestro aniversario.

- Cierto, hace un año ya que te encogí y te hice mi sirviente, que lindo de tu parte.

 

Luego de eso me tomó en su puño y me dio un beso, fue algo inesperado por lo que se sonrojó y sólo se sentó a comer el desayuno que le preparé, saboreando todo desde los huevos fritos hasta las tostadas con mantequilla derritiéndose en su punto que le preparé.

 

Dejó caer de la mesa parte de los huevos, yo no solía comer otra cosa que no fuera comida para perros o hasta mierda de Stacy y Vicky, y tener otra vez algo así de desayuno me alegró de inmediato, por lo que le agradecí a mi Diosa besando la punta de sus pies y me dispuse a comer.

 

La dicha de aquel desayuno no duró mucho, más temprano que tarde Stacy y Vicky llegaron eufóricas por la puerta.

 

- ¡RACHEL! ¡NO VAS A CREER LO QUE PASÓ!

- ¿Qué tienen? ¿Acaso ya mataron a Trump o algo así?

- ¡Mejor!

- ¿A Justin Bieber?

- Ni cerca, ¿te acuerdas de Alexis Watson?

- ¿La chica británica de la maratón, no que estaba de viaje y había regresado a Londres?

- ¡Esa misma, me dijo que su familia se iría de vacaciones a Rusia o algo así, y tendría su mansión sola durante 2 semanas, y quiere que vallamos a visitarla! ¡Mira, me envió los boletos y todo!

- ¿Es cierto, entonces iremos a Londres? ¡SIIIIII!

 

Las 3 saltaron de emoción como si de niñas pequeñas se tratara, y aunque ciertamente sus saltos estremecían el piso para alguien de mi tamaño, más me asustaba el hecho de que iríamos a Londres. Rachel me había dicho hace tiempo que quería viajar por el mundo alguna vez, y desde luego llevarme como polizón ya que para el mundo estoy muerto, y así servirla y adorarla en los 5 continentes. Aunque la idea sonara bien al principio, empecé a pensar que no sería lo mejor para alguien como yo, si ya de por sí esta casa se me hacía enorme, no quería ni pensar que pasaría conmigo en un sitio extraño y gigantesco como una ciudad, mucho menos una que se encontrara al otro lado del mundo, por lo que estaba con bastante miedo por enfrentar mi nueva aventura…

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