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Los días siguientes fueron todo un suplicio, las 3 empezaron a hacer listas de cosas por hacer y que llevar a Londres en su estadía, y con eso me refiero desde luego a que me ordenaron hacerlo todo yo. Fue un trabajo extenuante como nunca lo había hecho, lavando su ropa interior, planchando sus blusas y ordenando sus maletas, hasta que por fin terminé horas antes de salir camino al aeropuerto.

 

Durante el viaje Rachel no sabía dónde meterme, si en su bolso o en la maleta, y desde luego las demás tenían también su opinión al respecto sobre si debían llevarme o no, reduciéndome a un simple objeto o juguete, como de costumbre.

 

- ¿Sabes que si lo llevas vas a tener que esconderlo a cada rato, no es así?

- Claro que si Stacy, no te preocupes por eso, menos ahora que ya se transmutación y puedo esconderlo mejor.

- ¿Pero si alguien lo descubre?

- En ese caso simplemente le borro la memoria y ya está, deja de darle tantas vueltas.

- Sí Stacy, aparte no es como si tuviéramos que preocuparnos de este esclavo tampoco, si muere nos conseguimos otro y se acabó.

- ¡NO ES ESO! Simplemente no quiero meterme en más líos de los que ya me he metido últimamente.

 

Curiosamente si sentía que a Stacy efectivamente le preocupaba mi situación, y no la culpo, luego de un año sirviéndola creo que también me ha agarrado algo de simpatía, y aparte si es cierto que se había metido en varios problemas, principalmente por su forma extrema de ser. Eso sí, Vicky puede ser todo lo cruel que quieran, pero sabía que muy en el fondo si yo muriera algo dentro de ella también lo haría, otro esclavo no podría llenar el espacio que dejaría, después de todo yo solía ser su novio, y eso la motivaba a tratarme como me trataba.

 

Durante el viaje estuve en la maleta de Rachel reducido a 5 centímetros, había suficiente aire gracias a un hechizo en su interior, por lo que pude dormir plácidamente sobre su cómoda e inmensa ropa interior hasta que llegara la hora de arribar a nuestro destino.

 

Una vez en Londres yo sentía como la maleta iba de un lado a otro, supongo que pasaríamos por la aduana, policía internacional y todas esas cosas que de no haber visto La Terminal y otras películas de aeropuertos seguro no sabría. De pronto sentí como la maleta se abría, era Rachel quien me sacó, me saludó y me puso en su escote, haciendo un hechizo para que mi cuerpo fuera invisible para él resto y así poder ver todo sin temor a ser descubierto.

 

Luego de salir del aeropuerto vi que el cielo londinense se teñía de anaranjado en su bello ocaso crepuscular, era una ciudad a primera vista muy hermosa, y desde luego no tardamos en ver a una joven chofer frente a una lujosa limusina blanca con un letrero con los nombres de mis 3 diosas escritos en él, por lo que supuse que esa tal Alexis no se andaba con rodeos y quería darles una bienvenida de lujo a sus invitadas.

 

Después de un no tan corto viaje en limusina en donde Stacy y Vicky se la pasaros chocando sus enormes pechos contra los de Rachel para molestarme, llegamos a un pórtico de oro que custodiaba una gran mansión blanca ubicada a las afueras de la ciudad. Una vez que mis Diosas bajaron y se acercaron a la puerta, yo pude contemplar mejor la magnitud de aquella fortaleza, esta chica sí que tenía sus buenas libras, y si así era por fuera no podía imaginarme como luciría en el interior. Por suerte no tardé en averiguarlo, una vez tocaron la puerta se abrió de inmediato dejando ver a la dueña de casa, Alexis.

 

Era una chica alta, más que Stacy quien era la más alta de las 3, llevaba una blusa azul oscuro y unos Jeans cortos que no dejaban mucho a la imaginación, francamente no me esperaba que vistiera así, pero fuera de eso era una chica delgada, aunque con unos senos bien formados y un culo que llamaba la atención, con delineador bajo sus bellos ojos grises y una cabellera corta color negro, algo rebelde y con un mechón de color rosa. No mentiré, era muy hermosa, casi tanto como Stacy, aunque mi corazón era completamente propiedad de mi Diosa Rachel. Ella no tardó en saludar a las chicas y dejarlas pasar a la mansión, que en efecto era mejor de lo que me imaginaba, muy espaciosa, con enormes escaleras principales al centro de aquella monumental mansión con decorados de mármol blanco, varias salas de estar y un salón de fiestas, junto con una enorme piscina olímpica al lado del monumental jardín trasero y muchas, pero muchas habitaciones, tanto en el primer como en el segundo piso.

 

- ¡Wow, que genial tu casa, Alexis! –Dijo Rachel genuinamente asombrada, sus padres que en paz descansen eran ricos, pero no a ese nivel.

- Gracias por el cumplido, querida. Sean bienvenidas en mi hogar y siéntanse libres de escoger la habitación que deseen, todas tienen una vista preciosa, Rebecca las ayudará a instalarse, ¡Rebecca, podrías venir por favor!

 

Rauda y veloz se acercó una chica quien supuse era una de las sirvientas de la casa, llevaba un delantal blanco y negro, ya típico, junto con unas medias blancas y zapatos negros que sólo resaltaban unas piernas fenomenales, tenía el cabello pelirrojo ondulado y un mechón que le cubría un ojo, algo hermoso a mi parecer.

 

- ¿Mandó llamar, Ama Alexis?

- Así es, por favor lleva a nuestras invitadas a escoger sus habitaciones y ayúdalas con su equipaje.

- Como desee, por aquí señoritas.

 

Entonces como si nada la joven mucama levantó las 3 maletas con una fuerza asombrosa, supongo que en esa casa solo querrían lo mejor de lo mejor como servicio, pero eso no fue excusa para asombrarme de la formidable fuerza de esa chica, quien no se veía muy fornida que digamos.

 

- ¿Oye Alexis, que no vienes? –Preguntó Vicky.

- En un momento querida, tengo que preparar los toques finales para la fiesta de mañana, y todavía no he acordado un precio final para la presentación privada de Fall Out Boy…

- ¡FALL OUT BOY! Genial, te amo Ale. –Gritó Stacy a la par que abrasaba a Alexis con fuerza mientas ella ponía una cara entre feliz e incómoda, pero luego la soltó y subimos a elegir nuestras habitaciones. Las 3 eligieron unas que se encontraban al medio del segundo piso y que dejaban ver muy bien el hermoso jardín de la mansión, con arbustos decorados y hasta un laberinto del cual en mi tamaño no quería ni pensar que pasaría si me metía en él.

 

El resto del día fue básicamente las 4 jugando Póker y hablando de sus experiencias en Estados Unidos, dejando fascinada al parecer a la linda Alexis, yo seguía en todo momento en el escote de Rachel, sentía sus tiernos latidos del corazón, y aunque ella hizo un hechizo para que nadie salvo mis 3 diosas pudieran verme, sentía a veces que Alexis me podía ver. Tal vez era sólo mi imaginación, después de todo nunca le señaló a las otras donde estaba ni habló de quien era ese pequeño desnudo entre las tetas de Rachel, por lo que fácilmente era mi estresada mente en un país extraño jugándome una mala pasada… ¿Verdad?

 

Ya de noche las 4 se fueron a dormir a sus respectivas habitaciones, yo dormí en un anaquel al lado de la puerta de la habitación de Rachel, la calefacción estaba cerca por lo que pasaría una noche agradable. Rachel junto con el resto de la mansión habían caído en un sueño profundo, se nota que esos colchones estaban hechos con plumas de Fénix o algo por el estilo, yo me sorprendía por lo hermosa de toda la casa hasta en esas minucias, aunque me costaba un poco dormir debido a la preocupación inicial que sentía por el viaje. Al cabo de unos minutos sentí un leve sonido, la puerta se había abierto y de ella emergió una mano la cual se acercó a mí, traté de gritar pero por desgracia aquel puño ya me tenía antes de siquiera emitir cualquier sonido. Segundos después aquel puño se abrió dejándome ver que me encontraba en el pasillo lejos de las habitaciones de mis amas, frente a un gran ventanal que dejaba entrar la luz de la luna llena que esa noche yacía sobre todo Londres, y en la palma de Alexis quien me miraba fijamente.

 

- Valla, que agradable sorpresa, al parecer Rachel trajo una mascota sin avisarme.

- Tú… ¿Me puedes ver?

- Pero por supuesto pequeñín, como no podría, te veías tan tierno en el escote de mi amiga todo el día, y ahora igual.

- Pero que… ¿Tú sabías de mí?

- Aquí entre nosotros, una vez en una fiesta Vicky se puso muy borracha y me contó que tenía un hombrecito reducido en su zapato, no tardó en enseñármelo y jurar que mantendría el secreto, y como buena dama que cumple su palabra así lo guardé, bueno, hasta ahora.

- ¿Vas a lastimarme?

- Pues claro que no, bueno, no lo haré con una condición. No le cuentes a nadie que se de ti, seguro Rachel te escondió para evitar preocupaciones y me gustaría que así se quedara, no quiero molestarla, por el contrario quiero que la pase muy bien ella, Vicky y Stacy en lo que estén aquí ¿Por favor guardarías el secreto, lindura?

 

Pensé en lo que la bella giganta británica me dijo, y la verdad no me costó creerlo, después de todo se la había pasado todo el rato mimando a mis 3 Diosas, por lo que acepté guardar el secreto, después de todo yo tampoco quería preocupar a Rachel.

 

- ¡Perfecto! Ahora te dejaré en tu camita otra vez, ya tendremos una oportunidad de jugar los 2, por ahora que descanses, pequeño Gerald.

 

Luego de devolverme a la habitación sentí algo raro en mi interior, como una especie de calor extraño, aunque debían ser los nervios, después de todo ahora había otra Giganta consiente de mi existencia, no había pasado desde hace un año que no hablaba con otro ser humano, y aunque Alexis era muy linda y se veía como alguien agradable, no terminaba de convencerme, tal vez que me tratara bien me parecía raro luego de vivir un año con 2 Diosas muy sádicas  y dominantes, pero en fin, eso no era algo de lo que tuviera que preocuparme a estas altas horas de la noche, por lo que al cabo de un rato logré dormirme…

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