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Logré espabilar luego de un par de horas metido en aquella prisión de cuero. Recordé aquella rendija en el baño en el cual Rebecca me puso luego de sacarme de las bragas de Alexis, y aunque no sabía mucho de ella, tenía que investigar, aparte no es como si tuviera una idea mejor.

 

Traté de voltear la bota para salir pero fue inútil, era demasiado pesada como para que mi pequeño cuerpo de 5 centímetros pudiera moverla siquiera, por lo que se me ocurrió escalarla por la parte delantera desde la solapa, que fue lo que terminé haciendo.

 

Tenía un tamaño adecuado para ello, pero la endeble superficie por la que escalaba me dificultó la tarea una enormidad, aunque no la imposibilitó ya que al cabo de un par de minutos logré por fin salir de la bota.

 

Rápidamente me dirigí hacia el baño, pero en mi actual tamaño eso me tomaría una media hora, por lo que pasé ese tiempo pensando en lo que más amaba en el mundo, mi Diosa Rachel. Ella era mi mundo, la razón por la que tenía que escapar con tanta premura, tenía que verla lo antes posible.

 

Luego de 20 minutos corriendo llegué al baño y me acerqué a la rendija, estaba oscuro pero algo no andaba bien, esa rendija dejaba pasar algo de luz, definitivamente llevaba a alguna parte, por lo que sin pensarlo 2 veces me escabullí entre aqueos barrotes, quedando colgado de ellos dentro de esa recamara. Viendo un poco mejor me recordaba más a un conducto de ventilación que a una cañería, claramente encontraría algo al otro lado, por lo que me solté.

 

Caí rápidamente tratando de evitar las paredes del ducto para no quemarme con el roce, y de trasero ya que así mi caída sería menos dolorosa y perjudicial para mi pequeño cuerpo, unos 3 segundos después atravesé el umbral de luz y, para mi sorpresa, caí en un estanque de agua, que viéndolo mejor al salir a la superficie era un balde, al parecer esto era lo que recogía el agua del baño para no manchar la habitación, y cuando logré salir supe por qué esa habitación era tan importante.

 

En ella vi hechizos en las paredes, muchas computadoras, cada una al lado de un tanque de unos 2 metros lleno de lo que parecía ser energía pura, una al lado de otra, y todas prendidas a excepción de la última, que no tenía nada adentro. Acercándome más vi como en la base de cada tanque había apellidos grabados, alcancé a leer varios, muchos de los cuales me llamaron la atención, Blake, Montana, Alí, Greyback, Houdini, Hoffa, Kennedy, Kawashima, Luxinguer, Allen, muchos de ellos me recordaban a varios famosos, la mayoría muertos o desaparecidos, pero ni de lejos fue lo más aterrador, ya que grabado en el tanque vacío había inscrito un apellido que conocía muy bien: Roberts.

 

Me hallaba paralizado, y es que a pesar de ser común, ese era el apellido de Rachel, Rachel Ann Roberts, y considerando en donde me encontraba esa no podría ser una simple coincidencia. Anonadado de mi hallazgo no sabía qué hacer, no podía moverme, pero de pronto sentí que algo aparecía detrás de mí, y antes de poder voltear una voz conocida me habló.

 

- En serio te subestimé, insecto.

 

Era Rebecca, aun desnuda, mirándome con una mescla entre enojo y picardía. Estaba aterrado, no sabía que decir en ese momento… Pero ella sí.

 

- Aunque llegaste aquí dudo que hayas averiguado lo que ocurre, bueno, de todos modos vas a morir así que te lo diré, ya quería decírselo a alguien otra vez. Mis ancestros eran magos, como bien sabes, pero eso sí, el clan Watson siempre fue excluido por la comunidad mágica debido a que nos consideraban un clan de depravados y sádicos, más de lo permitido, por lo que desde hace siglos mis ancestros empezaron a encargarse de cada familia mágica que había en el planeta, matando a sus cercanos para poder capturarlos en ese momento catártico y robarles su magia, querían ser el único clan mágico que existiera. Esa labor pasó de generación en generación, y mis padres mataron a los últimos clanes que quedaban, pero faltaba uno, los Roberts, los padres de tu amiga Rachel. Nuestros padres murieron en 2 enfrentamientos entre sí, pero no sabían de la existencia de la chica sino hasta que fue demasiado tarde, sólo quedaba una bruja en el mundo aparte de mí y mi hermana, Rachel Roberts, por lo que yo tenía que acabar con ella y completar la labor que toda mi familia llevaba arrastrando por tanto tiempo.

 

- ¡BRUJA! ¡RACHEL NO LE HARÍA DAÑO A NADIE, DÉJALA EN PAZ, MALDITA PERRA!

- Oye, más cuidado – En ese momento Rebecca puso su pie sobre mí, apretando mi cuerpo lentamente, pero sin aplastarlo. –Ten en cuenta a quien le hablas, puede que Rachel y las otras te hicieran llamarlas Diosas, pero ellas no saben lo que es una Diosa en verdad, que es en lo que me convertiré una vez absorba la última magia de los Roberts. Quería mantenerte con vida un poco más para que divirtieras a mi hermana, la pobre ni sabe de mis planes, no quiere nada que ver con el plan de los Watson, pero una vez tenga mi poder no podrá resistirse, y ya no tendré que manipularla para que haga lo que quiero.

 

- ¡MALDITA, SI VAS A HACERLO SOLO HAZLO, AHORRAME TU DISCURSO!

- Tranquilo gusano, esta noche vas a morir, pero todo a su tiempo, primero tengo que llamar tu ama.

 

Acto seguido Rebecca empezó a conjurar unas palabras extrañas, su ojo visible se puso en blanco como los de Storm en X-Men, y un minuto más tarde se abrió un portal justo donde nos encontrábamos, y de su interior salió Vicky, Stacy y mi hermosa Rachel, sumamente consternada, y con mi homúnculo en la mano…

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