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Ahí estaba ella, de un corto cabello rojo oscuro, el más oscuro de las Turner, sedoso pero que no pasaba más allá de su cuello. Su cuerpo curvilíneo era despampanante aun para su edad, cosa que se dejaba ver a través del camisón de seda rojo que llevaba puesto. Al igual que Abby, ella también tenía los ojos de un bello rojo carmesí y su mirada con sus ojos ligeramente rasgados sólo podía calificarse como seductora. Fuera del camisón se encontraba descalza, aunque sólo tenía un ligero adorno en su cabello que lo recogía un poco de un costado. Era toda una belleza, y era la madre de Eve: Joan Turner.

 

- Ya es tarde Abby, qué es lo qué… –Joan dejó de hablar al verme sobre las palmas de su hija mayor, y empezó a inspeccionarme.

- Yo lo conozco… Te he visto antes, jovencito… ¿Quién es?

- Es el amigo de Eve, mamá, se llama…

- Adam, ¿verdad? –Preguntó la Milf.

- S-Sí señora, Adam Hudson. –Respondí algo nervioso frente a la mirada de la mujer.

- Eve no deja de hablar de ti, ¿pero por qué eres tan pequeño? Abby, acaso tú… –Dijo Joan volteando los ojos a su hija.

- ¡Claro que no mamá! Él… Es una larga historia, y creo que ha tenido que contarla varias veces ya… ¡Pero no es malo! Sólo necesita ayuda, ¿verdad, Adam?

- Sí… ¿Usted puede ayudarme, señora Turner? –Pregunté de la forma más cordial posible, ella me miró un buen rato y por fin respondió.

- Dime Joan… Entren, rápido.

 

Y así lo hicimos. La habitación de Joan era más grande de lo que ya parecía desde afuera, prácticamente era una sala de estar, tenía una cama bien grande, varios sofás, librerías de caoba llenas de libros adornando las paredes, un baño privado, armarios colosales, un enorme televisor curvo al lado de un equipo de música por casete y un gran ventanal que luego sabría que tenía vista al patio trasero de la casa, junto con todas las hectáreas de la residencia Turner. Ambas gigantas se sentaron al borde de la cama y Joan le pidió a Abby que me pasara, como si fuera la sal o algo, aunque luego de lo que he pasado tampoco empezaré a quejarme por eso, y Abby tampoco, quien con cuidado me colocó sobre la palma de su madre, quien no dejó de mirarme. Empecé a contarle toda la historia, nuevamente omitiendo los momentos picantes y mi revelación mística, pero a diferencia de las otras chicas, Joan notó rápidamente que estaba ocultando cosas, y no tardó en hacérmelo saber tan pronto como terminé mi discurso.

 

- ¿Hay algo más que quieras compartir con nosotras, Adam?

- Em… No, eso es todo…

- ¡NO ME MIENTAS! –Gritó Joan en un tono autoritario, que me puso los pelos de punta al pensar en que haría si seguía mintiendo.

- No le grites mamá, por favor… –Replicó Abby.

- No puedo ayudarlo si no es completamente honesto, ¿qué más paso?

- Bueno… Yo… Me corrí… Varias veces…

- ¡¡¡QUÉ!!! –Gritaron ambas al unísono.

- No fue mi intención, lo juro, sólo…

 

Antes de que intentara defenderme de la aterradora mirada de la madre, alguien tocó la puerta, y Joan no tardó ni un segundo en cerrar su mano conmigo dentro, dejándome solo escuchar lo que estaba ocurriendo afuera, al parecer eran las gemelas.

 

- Lisa, R… ¡Dead! ¿Qué hacen aquí?

- ¿Y tú que tanto gritas, mamá? –Preguntó Dead.

- ¡¿Lo tienes?! ¡Queremos verlo! –Exclamó Lisa, no había que ser un genio para saber que hablaba de mí.

- Shhh… Pasen.

 

Ya con las gemelas también en la habitación, Joan volvió a abrir la mano y pude notar que las 4 enormes mujeres estaban en círculo viéndome.

 

- Adam dijo que se corrió estando con ustedes, ¿es cierto?

- Bueno, es vergonzoso decirlo… –Dijo Lisa.

- Se honesta hija, no las voy a juzgar.

- Esta bien, sí, lo hizo, antes no me acordaba, me golpeé la cabeza, pero ya estoy bien.

- Conmigo también, pero con Marcy no, no se topó con ella.

- Adam, ¿tienes algo más que agregar?

- Bueno… Con Eve también… Y con Abby.

- ¿Conmigo, cuando?

- Cuando te dije “qué es eso” y volteaste para ver si vi una luz ro…

- ¡SHHHH! –Exclamó Abby, al parecer no quería que dijera eso en voz alta por alguna razón, pero extrañamente su madre no le preguntó, sólo volvió a verme.

- ¿Y bien chico?

- Lo siento, pero no pude evitarlo, las situaciones, mi tamaño, el estar desnudo, simplemente no pude evitarlo, me hubiera gustado no hacerlo, pero pasó, y les pido disculpas a todas.

- ¡Eso no es excusa! Lo siento chico pero…

- ¡Mamá! –Gritaron las 3 hermanas al mismo tiempo.

- Antes que digas algo más, escúchanos por favor. –Dijo Abby. Joan guardó silencio por un momento, atenta a lo que decían sus hijas, y desde luego yo también quería escucharlas.

- Adam no tiene la culpa de nada, el sólo buscó a Eve por ayuda, y por accidente terminó conmigo y las demás, no te enojes con él. –Dijo Dead.

- Es cierto, además fuimos nosotras los que lo llevamos al límite, si a alguien debes regañar por eso somos nosotras. –Dijo Lisa.

- Adam es un buen chico, no lo conozco mucho, ninguna de nosotras, pero al menos a mí me ha mostrado que es un chico amable, comprensivo y que piensa tanto en cuidar a su hermanita como yo a las mías, es bueno mamá.

- A mí también me ayudó. –Dijo Lisa.

- Y a mí –Dijo Dead.

 

Joan siguió sin hablar por unos segundos, supongo que procesando lo que le habían dicho sus hijas, y no me extraña ya que yo estaba igual. Nunca quise ser un santo con ellas ni nada, simplemente... Fui yo mismo con ellas, y me alegraba que vieran valor en mi persona, uno que a mí me cuesta ver para ser sincero. De pronto el silencio se rompió por la voz de la madre Turner.

 

- Chicas… Me sorprende lo que dicen, a diferencia de Eve ustedes apenas lo conocen… No le haré daño y le ayudaré en lo que pueda, ahora vallan a dormir, hablaremos mañana por la mañana.

- Pero mamá… -Dijo Lisa.

- Vallan a sus camas, y despídanse de Adam.

 

Las 3 se detuvieron para despedirse de mí una por una, incluso Abby volvió a darme un beso, y salieron de la habitación, dejándome a solas por primera vez con Joan Turner.

 

- Gracias s-señora Turner.

- No me lo agradezcas, hijo, agradécele a ellas… Pero me temo que no volverás a verlas.

- ¡¿CÓMO?!

- Puede que no fuera tu culpa, pero yo soy su madre, no puedo dejar que todo siga igual luego de lo que sé. Voy a ayudarte, te devolveré a tu tamaño normal e irás a tu casa, y no recordarás nada de lo que pasó aquí.

- ¿U-Usted puede hacer eso?

 

En lugar de responder con palabras, Joan me dejó en el suelo y cerró los ojos, entonces de su mano salió un resplandor brillante que me cegó con un momento, cuya luz se dirigió directamente a mí, ¿estaba haciendo magia? ¡No puede ser, la madre de Eve es bruja! La sorpresa fue tal que no noté sino que hasta la luz de desvaneció que Joan estaba notablemente cansada, y que, de hecho, yo seguía del mismo tamaño.

 

- ¿Q-Qué pasó? ¿Usted es una…?

- ¿Bruja? Desde siempre.

- Pero entonces…

- No puedo retirar tu hechizo, la magia que te tiene de este tamaño es muy poderosa, no me caben dudas que tiene que ser un maleficio.

- ¿M-Maleficio?

- Verdad que no sabes nada de esto. Los maleficios son hechizos muy poderosos que hacen brujas con mucha magia, creo que el tuyo fue hecho más bien por un grupo de ellas, y por lo general son permanentes.

- ¡¿PERMANENTES?! Es decir que yo…

- No necesariamente, la única forma de romper el maleficio es con una serie de rituales muy duros y peligrosos, o que simplemente lo haga quién lo conjuró en primer lugar, de lo contrario no se puede hacer nada… Disculpa pero así me es difícil hablar, ven conmigo.

 

Joan me extendió su palma y yo subí, se echó sobre la cama y me puso en la mesita de noche, al pareces estaba bastante cansada, pero siguió hablando.

 

- ¿Dijiste que esto te pasó durante la noche de ayer?

- Si, me acosté a dormir estando normal y en la mañana ya tenía este tamaño, ¿usted tiene idea de lo que me pasó?

- Tú dime, ¿alguien de tu familia es bruja?

- No… O al menos no que yo sepa, mi relación con mi madre y mi hermana mayor es… Difícil.

- No lo dudo, trabajo con tu madre en la agencia de bienes raíces y… Mejor no lo digo con su hijo presente.

 

Ya veo, pues si la conoce sabe cómo es, y yo no puedo volver con ella hasta que regrese a la normalidad, tengo miedo de lo que pasará si lo hago, o si descubren que Holly me ayudó a escapar.

 

Joan se quedó callada unos segundos…

 

Pues no me gusta la idea de que te quedes con mi hija, pero ella decidió ayudarte, y no eres una mala persona como… Ya sabes… Te devolveré con ella con mi magia, y mañana hablaré con ella sobre esto.

 

No me costó mucho unir los hilos, y dije que lo que pensaba en voz alta.

 

- Entonces, si Abby me trajo aquí para que usted me ayudara… ¡ABBY TAMBIÉN ES BRUJA! Entonces así me sanó.

- ¿No te habías desmayado?

- Sí, de dolor, creí que había muerto, pero…

- ¿Pero qué? Ya te dije que no me mintieras.

- Pero…

 

Estaba dudando si decirlo o no, mi encuentro con Rachel esa algo muy importante, y si se lo contaría a alguien sería a Eve o a Holly cuando la viera, pero debo ser honesto, fuera de ellas Joan es la única que me ha ayudado con el tema de mi tamaño, hasta usó magia y todo, y sin menospreciar al resto, a ella si le debía sinceridad.

 

- Yo casi muero… Estaba en un limbo o algo así y vi… A la Diosa Rachel, ella me ayudó a regresar.

- La… ¿Diosa Rachel?

- Sí…

 

Joan se mordió el labio y procedió a hacerme otro hechizo, esta vez era algo distinto, pero al parecer tampoco funcionó.

 

- Parece que no alucinaste chico, no pude acceder tu memoria.

- ¿Mi memoria?

- Traté de acceder a tu memoria para ver si era cierto, pero no pude, cosa que lo prueba… Verás, los que entran en contacto con Rachel adquieren el Toque Divino, ¿has oído de él?

- Si, en el Libro de Rachel lo explican.

- Menos mal que lo has leído, pocos lo hacen entero, sólo van hasta el final por el morbo y lo dejan, siendo que ese libro enseña bastante más sobre nuestro mundo. Entonces sobra la explicación, tu memoria permanecerá intacta hasta el día de tu muerte.

- ¿Qué quería hacer usted con mi mente?

- Quería… ¡Ay! –Joan dejó de hablar y se tocó el pie derecho.

- ¿Qué tiene? ¿Le duelen los pies?

- Algo, sí, mi trabajo implica caminar todo el día, mis pies me están matando.

- Si quiere yo podría ayudarla, se hacer masajes de pies, aprendí en casa.

- ¿En serio?

- Claro, usted trató de ayudarme, sólo quiero devolverle el favor como pueda.

- Mmmm… Ok, estaría loca por negarme, la verdad. –Dicho esto Joan me tomó con 2 dedos y me puso en la planta de su pie derecho, mientras yo empezaba a masajear. –Mmm no mentías, aun así de pequeño lo haces bien, chico.

- Gracias… Ah sí, ¿y mi memoria?

- Bueno, me sabe mal decirlo ya que estás en eso… Pero quería borrarla, el secreto de mi magia es algo que solo debe quedar entre Abby y yo.

- ¿Entonces sus otras hijas no lo saben? ¿Por qué?

- Abby tampoco debía saberlo, pero como ella era mi soporte dentro de esta casa y me ayudó a criar a las niñas tuve que decirle y entrenarla.

- Entonces las demás también son… ¿Y por qué engañarlas?

- No las engaño… La magia es algo que, mal usado, puede generar caos. Y si, está la ORM que se encarga de regular la magia como si del FBI se tratara, pero ni ellas pueden estar en todos lados. No es que me de miedo que mis hijas hagan mal uso de la magia, son buenas chicas.

- Lo sé, parece que las educó bien, son muy buenas personas.

- Gracias por eso… Pero no sé si lo entiendas, no quiero que mis hijas vean que la magia es la solución para todo, quiero que crezcan como personas normales, que aprendan a valerse por sí mismas sin necesidad de usarla… Ahhh… Más abajo sí…

- Entiendo… Algo así como los Kent con su hijo Clark…

- ¿Cómo dices?

- Ah nada, es una serie que me gusta mucho, Clark será Superman y tiene poderes, pero sus padres no quieren que los use para sacar ventaja en la vida… La entiendo, señora Turner.

- Entonces confío que no les dirás nada, ¿verdad?

- Mis labios están sellados, se lo prometo con mi vida.

- Te creo… Y espero no equivocarme… Ahh sí, eres genial Adam, será magnífico tenerte por la casa, al menos por un tiempo…

- Gracias por dejar que me quedara aquí, señora.

- Haz que valga, chico. –Dijo Joan sarcásticamente.

 

Puede que aún no me haya ganado del todo su confianza, pero ojalá en el futuro lo consiga. Si bien puede ser raro que me ofreciera a dar el masaje, la verdad luego de todo lo que ocurrió hoy parece que le estoy agarrando un gusto a esto. Mi madre y Hilary siempre me obligaban a hacerlo, me torturaban con sus pies, y por lo general no sentía nada más que resignación, pero con las Turner era diferente, eran amables, lindas y consideradas, me daban ganas de estar con ellas, era un sentimiento muy familiar de hecho, como cuando estaba con Holly, pero ella era mi hermana y debíamos mantener nuestros buenos tratos en secreto, pero con las Turner no, podía ser yo mismo con ellas, y me aceptaban tal cual como soy. Eve tenía una hermosa familia, pero a pesar de eso la más hermosa es ella.

 

Aunque en ese momento estaba enfocado en el masaje, al principio su enorme pie estaba tenso, pero al pasar mis manos por su suela empezó a relajarse poco a poco. No negaré que el olor era abundante, pero al final era una tarea agradable de llevar a cabo. Luego de un rato pasé a su otro pie y seguí con lo mío, Joan de cuando en cuando me decía “mmm sí” o “justo ahí, bien”, al parecer le gustaba ser mimada, ya veo de dónde sacó Lisa su personalidad. Luego de más o menos media hora termine con ambos pies y Joan me recogió mí me puso frente a su cara.

 

- Estuviste muy bien, Adam, nunca me había relajado tanto.

- De nada señora Joan, he tenido práctica toda mi vida en casa, mi madre me obl…

- ¿Te obliga a hacerle masajes?

- Sí… Y otras cosas, soy algo así como el sirviente de la familia.

- ¡Santa Diosa! Tú sabes que eso está mal, ¿no?

- Es la forma que tienen para sobrellevar la muerte de papá.

- Esa no es excusa, jovencito. Una madre debe anteponer a sus hijos y no al revés, ya veo por qué recurriste a mi hija por ayuda… Y descuida, también te ayudaré en lo que pueda.

- Muchas gracias.

- No me lo agradezcas, sólo espero que no vuelvas a pensar así. Ahora guarda silencio que te devolveré con Eve sin que se de cuenta, aquí nos despedimos, duerme bien Adam.

- Igualmente, señora Joan.

 

Entonces ambos guardamos silencio y, en puntitas de pie, Joan bajó las escaleras y fue a la puerta de la habitación de Eve, abrió la puerta con magia y me hizo volar también hasta su calcetín, donde yo me metí y la salude con la mano en silencio, ella me hizo un pequeño gesto y cerró la puerta de igual manera. Eve estaba profundamente dormida y luego de aquel día yo debería seguir su ejemplo. Me quedé dormido pensando en lo último que me dijo Joan, o sea, siempre supe que no era normal lo que mi madre y mi hermana me hacían, pero ya lo había asimilado, y quería proteger a Holly, pero sus palabras me hicieron dudar si había otras formas de vivir en armonía, después de todo su familia también adolecía la ausencia de un padre, y la vida de sus hijas no era ni remotamente parecida a la mía. Esos pensamientos me siguieron hasta que di mis últimas pestañadas antes de caer en un profundo sueño…

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